Se le llama mundano a todo aquello que está relacionado con el
mundo terrenal o material, en
contraposición a lo que está relacionado con lo celestial o espiritual. De
igual forma, esta palabra también puede referirse a los eventos, grupos y
actitudes propias de la clase alta,
pudiente, que, por lo general, son lo suficiente distintivas para
diferenciarlos de las clases bajas o plebeyas. Aplicado a las personas, quiere
decir que se encuentra vinculada a círculos sociales de clase alta o convive
con los que a este pertenece. Sin embargo, también puede hablarse de una
persona que está muy atenta a los objetos terrenales, sin importar si estos se
consideran bienes de valor monetario o no.
“Todo el mundo” (es decir: todo aquel miembro de nuestra
sociedad que ha rebasado la primera infancia y que no es un débil
mental o
un retrasado
mental) sabe muchas cosas sobre moral, de la misma manera a como todo el mundo
sabe muchas cosas de medicina, de gramática o de arquitectura.
Cuando hablemos “de moralidad” (o de la vida moral), en un
sentido lato, nos
referiremos tanto a la moral en el sentido estricto (relativo a los mores de
una sociedad dada), como a la ética, o incluso al derecho (a la “vida
jurídica”); puesto que no sólo el estudio de los mores, sino
también el de las normas éticas y aun el de las jurídicas se engloba (aunque
sea por analogía de atribución) en la esfera de los “estudios morales” o en la
de las “ciencias morales” (en cuanto puedan ser consideradas como contradictorias
de las ciencias de la religión, de las ciencias psicológicas o de las ciencias
estéticas).
La moralidad
mundana (en
este sentido lato)
incluye no sólo una determinada práctica moral (por ejemplo un buen
corazón), sino también unos conocimientos sobre esa práctica, un análisis
diferencial de sus componentes, como lo demuestra la realidad de los
vocabularios morales de una sociedad determinada.
Pero el análisis de la “vida moral” no se agota en el
análisis del lenguaje moral, como tampoco la vida moral se agota en el decir las
palabras morales. Es sobre todo un hacer, una praxis y,
por ello también, un decir, pero
en la medida en que el decir es
también un obrar (como
ya lo sabía Platón cuando escribió su Crátilo, veinticuatro
siglos antes de que J.L. Austin escribiese How To Do Things with
Words, 1962).
Hablar es componer (operatoriamente) sonidos, moviendo los
músculos estriados de nuestros órganos de la fonación, de modo semejante a como
movemos nuestras manos al componer (descomponer) o construir (destruir) cosas
corpóreas.
Hablando pueden realizarse obras tan inmorales o tan morales
como martilleando o amasando.
Reconoceremos, por tanto, la necesidad de
distinguir entre el conocimiento
mundano de
la moral de un pueblo por el mismo pueblo, y el conocimiento
científico que
de la moralidad de ese pueblo pueda constituirse desde una perspectiva ética
y
que ya no tendrá por qué considerarse idéntico al conocimiento mundano del
pueblo de referencia, aunque no sea más que porque la perspectiva étics tendría
que aplicarse a otros pueblos
DE VERDAD MUY INTERESANTE, DONDE PUEDO ENCONTRAR MAS INFORMACION SOBRE EL MISMO TEMA?
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