jueves, 20 de diciembre de 2018

El Mundo De Los Mundanos


Se le llama mundano a todo aquello que está relacionado con el mundo terrenal o material, en contraposición a lo que está relacionado con lo celestial o espiritual. De igual forma, esta palabra también puede referirse a los eventos, grupos y actitudes propias de la clase alta, pudiente, que, por lo general, son lo suficiente distintivas para diferenciarlos de las clases bajas o plebeyas. Aplicado a las personas, quiere decir que se encuentra vinculada a círculos sociales de clase alta o convive con los que a este pertenece. Sin embargo, también puede hablarse de una persona que está muy atenta a los objetos terrenales, sin importar si estos se consideran bienes de valor monetario o no.

“Todo el mundo” (es decir: todo aquel miembro de nuestra sociedad que ha rebasado la primera infancia y que no es un débil mental o un retrasado mental) sabe muchas cosas sobre moral, de la misma manera a como todo el mundo sabe muchas cosas de medicina, de gramática o de arquitectura.

Cuando hablemos “de moralidad” (o de la vida moral), en un sentido lato, nos referiremos tanto a la moral en el sentido estricto (relativo a los mores de una sociedad dada), como a la ética, o incluso al derecho (a la “vida jurídica”); puesto que no sólo el estudio de los mores, sino también el de las normas éticas y aun el de las jurídicas se engloba (aunque sea por analogía de atribución) en la esfera de los “estudios morales” o en la de las “ciencias morales” (en cuanto puedan ser consideradas como contradictorias de las ciencias de la religión, de las ciencias psicológicas o de las ciencias estéticas). 

La moralidad mundana (en este sentido lato) incluye no sólo una determinada práctica moral (por ejemplo un buen corazón), sino también unos conocimientos sobre esa práctica, un análisis diferencial de sus componentes, como lo demuestra la realidad de los vocabularios morales de una sociedad determinada.

Pero el análisis de la “vida moral” no se agota en el análisis del lenguaje moral, como tampoco la vida moral se agota en el decir las palabras morales. Es sobre todo un hacer, una praxis y, por ello también, un decir, pero en la medida en que el decir es también un obrar (como ya lo sabía Platón cuando escribió su Crátilo, veinticuatro siglos antes de que J.L. Austin escribiese How To Do Things with Words, 1962).

Hablar es componer (operatoriamente) sonidos, moviendo los músculos estriados de nuestros órganos de la fonación, de modo semejante a como movemos nuestras manos al componer (descomponer) o construir (destruir) cosas corpóreas.


Hablando pueden realizarse obras tan inmorales o tan morales como martilleando o amasando. 

Reconoceremos, por tanto, la necesidad de distinguir entre el conocimiento mundano de la moral de un pueblo por el mismo pueblo, y el conocimiento científico que de la moralidad de ese pueblo pueda constituirse desde una perspectiva ética  y que ya no tendrá por qué considerarse idéntico al conocimiento mundano  del pueblo de referencia, aunque no sea más que porque la perspectiva étics tendría que aplicarse a otros pueblos

1 comentario:

  1. DE VERDAD MUY INTERESANTE, DONDE PUEDO ENCONTRAR MAS INFORMACION SOBRE EL MISMO TEMA?

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