A dos años de la muerte del escritor portugués José
Saramago, te presentamos una selección de sus citas y frases más
trascendentes.
Disfrútalas, atesóralas y compártelas.
El viaje no termina jamás. Sólo los viajeros terminan. Y
también ellos pueden subsistir en memoria, en recuerdo, en narración... El
objetivo de un viaje es sólo el inicio de otro viaje.
La derrota tiene algo positivo, nunca es definitiva. En
cambio la victoria tiene algo negativo, jamás es definitiva.
Las tres enfermedades del hombre actual son la
incomunicación, la revolución tecnológica y su vida centrada en su triunfo
personal.
Soy un comunista hormonal.
¿Qué clase de mundo es éste que puede mandar máquinas a
Marte y no hace nada para detener el asesinato de un ser humano?
Ahora no hay duda de que la búsqueda incondicional del
triunfo personal implica la soledad profunda. Esa soledad del agua que no se
mueve.
Dentro de nosotros existe algo que no tiene nombre y eso es
lo que realmente somos.
No creo en dios y no me hace ninguna falta. Por lo menos
estoy a salvo de ser intolerante. Los ateos somos las personas más tolerantes
del mundo. Un creyente fácilmente pasa a la intolerancia. En ningún momento de
la historia, en ningún lugar del planeta, las religiones han servido para que
los seres humanos se acerquen unos a los otros. Por el contrario, sólo han
servido para separar, para quemar, para torturar. No creo en dios, no lo
necesito y además soy buena persona.
No he sentido jamás la necesidad de un triunfo, la necesidad
de tener una carrera, la necesidad de ser reconocido, la necesidad de ser
aplaudido, no lo he sentido jamás en mi vida. No he hecho en cada momento nada
más que lo que tenía que hacer y las consecuencias han sido éstas, podrían
haber sido otras.
Todo el mundo me dice que tengo que hacer ejercicio. Que es
bueno para mi salud. Pero nunca he escuchado a nadie que le diga a un
deportista; tienes que leer.
Para qué sirve el arrepentimiento, si eso no borra nada de
lo que ha pasado. El arrepentimiento mejor, es sencillamente cambiar
He aprendido a no intentar convencer a nadie. El trabajo de
convencer es una falta de respeto, es un intento de colonización del otro.
Sólo si nos detenemos a pensar en las pequeñas cosas
llegaremos a comprender las grandes.
El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía
leer ni escribir.
Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos, sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir.
Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos, sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir.
Entraré en la nada y me disolveré en ella.
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