Uno de los temas
que ha hecho correr mucha tinta, es el de los derechos humanos. No así el que
ahora ocupa nuestra atención en este trabajo: emparejar a los derechos humanos
el tema de los deberes.
Sabemos que la palabra ‘derecho’, es objeto de diversos
significados e interpretaciones: así tenemos que puede significar un
determinado orden normativo vigente; mientras que por otra parte, puede
designar algo diferente: una prerrogativa o facultad de la que estaría dotada
una o más personas. Así, en la expresión "según el derecho mexicano",
la palabra ‘derecho’ hace referencia a un ordenamiento jurídico determinado,
que es el mexicano; en cambio, si digo "toda persona tiene derecho a
expresar libremente sus opiniones", aquí, la palabra ‘derecho’, hace
referencia a la facultad de expresar lo que piensa, que posee el titular del
derecho a la libertad de expresión. Aquí ya hablamos de lo que se conoce como
derechos humanos.
Debido a esa
diversidad de significados del término derecho, —Quintana Roldán y Sabido
Peniche opinan— que múltiples y de contenidos muy diversos han sido los
estudios y reflexiones filosóficas sobre el ser y la esencia, las causas, los
valores y los fines de los derechos humanos.
Se trata, sin lugar a dudas, de
uno de los temas más complejos del análisis del derecho mismo, porque tiene como
centro de especulación al propio hombre que es el creador del derecho, del
sentido de su vida y de su existencia; del sentido de su papel en el mundo y de
su propia trascendencia. Y, más se complica el asunto si
enfrentamos la polémica permanente sobre algo, de lo cual muchas veces ni
siquiera queremos hablar: la reciprocidad y vinculación entre derechos humanos
y deberes, si existe o no, ya que por lo general nos inclinamos de manera
preferente por los derechos y no por los deberes: más nos gusta exigir que
cumplir.
La preferencia
señalada y debido, a que no se ha hecho hincapié, y no se ha insistido en el
tema de los deberes, pienso que todo eso ha contribuido de alguna forma para
que la situación (en sentido amplio), que vivimos sea la que es y no otra.
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