domingo, 2 de diciembre de 2018

EL Aquí Y El Ahora


Vivir aquí y ahora. Estar presente parece obvio, y aunque debería serlo, en realidad es la excepción. ¿Por qué? Porque la verdadera presencia es más que estar físicamente en un lugar: es estar conectados con nuestra esencia, que es hermosa e imperturbable.

Lamentablemente, esa paz interior se ve perturbada, a veces violentamente, por nuestros pensamientos y emociones, que nos alejan del momento presente, del aquí y ahora.
“El futuro nos tortura y el pasado nos encadena. He ahí por qué se nos escapa el presente”.
-Gustave Flauvert

Descartes, el famoso filósofo francés del siglo XVII dijo: “Pienso, luego existo”. Esta frase define la forma como el ser humano moderno se identifica a sí mismo: a través de sus ideas y pensamientos. Sin embargo, en la actualidad existen otras visiones que se permiten disentir de tan respetable y erudito pensador.

Y es que, aunque los pensamientos e ideas son poderosos e importantes, no dejan de ser relativos y pasajeros. Es decir, si nos definiéramos a nosotros mismos por lo que pensamos, estaríamos asentando nuestra identidad sobre arenas movedizas.

Así, lo que los demás o incluso nosotros pensamos de nosotros mismos, no nos define, sino que son solo conceptos que no logran abarcar nuestra verdadera esencia. Además, la perorata interminable de pensamientos que constituye nuestro diálogo interno produce un ruido que nos impide escuchar la hermosa melodía que proviene de nuestra presencia y nos mantiene desconectados del momento actual.

Desde que Freud destapó la olla del inconsciente y comenzó a interpretarlo, la psicología comenzó a moldear la forma como percibimos nuestra vida mental y emocional. Como ciencia al fin, está basada en un modelo mecanicista y racional, con énfasis en la patología o enfermedad.

Por lo tanto, si tenemos ciertos síntomas y conductas que se ajustan a ciertos patrones, somos etiquetados, medicados y hasta condenados a “cargar” con una “enfermedad mental” de por vida.

Aunque es innegable que las emociones son parte de nuestra humanidad, estas son igualmente pasajeras y no constituyen la parte más profunda ni real de nuestro ser.

Las emociones son fenómenos temporales como lo son las tormentas. Siempre pasan, y el imperturbable firmamento reaparece porque en realidad siempre estuvo allí, a pesar de lo escandaloso que haya podido haber sido el fenómeno meteorológico (o psicológico).

Por lo tanto, como diría Eckhart Tolle, autor de El poder del ahora, “no te tomes tus emociones demasiado en serio”. Estas solo se instalan si nos identificamos con ellas y dejamos que se posesionen de nosotros.


No te engañes, tu presencia está por encima de las emociones y es imperturbable. Desde las alturas de la presencia puedes observar la tormenta de tus emociones pasar; acéptalas, siéntelas, pero sin sufrimiento innecesario. Ten la certeza de que la presencia que eres tú es fuente inagotable y permanente de paz y felicidad.

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