De no respetar, de no tener en cuenta el sentir, el
pensar, el color, la emoción de nuestro próximo, estaríamos faltando a
aquel precepto universal, atemporal, de “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Y
amar es tomar al otro con todo lo que lo constituye. De no poder “amarlo”,
respetarlo es la consigna
Esto no constituye, sin embargo, en no reparar en
el posible desvalor o incorrección en la que pueda caer el otro.
Éste sería un silencio tan culpable como el de no
ser respetuoso de la DIVERSIDAD del otro y sería
alejarse del camino del encuentro
La DIVERSIDAD cultural puede
enriquecernos y nos permite comprender mejor al otro, situarnos en su lugar y
poder de este modo colaborar en la obtención del respeto mutuo.
Hagamos “un camino de encuentro” a través del
respeto a las diferencias; tratemos de tener en cuenta el porqué de
su proceder, de sus reacciones, de sus sentimientos y poder lograr así una
convivencia plena, enriquecedora, placentera, pacífica, que a todos nos
beneficie.
Convoquemos, invitemos a transitar este camino a
nuestra comunidad. Tal vez se logre que de la nuestra se multiplique el
efecto y de la familia educativa pase a otro eslabón de la sociedad, ya
que “sociedad es compartir un conjunto de bienes que suponen valores”.
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