lunes, 6 de julio de 2020

Decisiones

¿Se ha puesto usted a pensar por qué tanta gente se propone cambios y al avanzar los meses no logra cumplirlos? Dietas, ahorros, aumentar los tiempos de compartir con la pareja y familia, cambiar actitudes, fortalecer el carácter, dejar relaciones o sustituir hábitos termina siendo una frustración para quienes “tomaron una decisión” sin llevarla a cabo.


A continuación anoto las tres consideraciones que me gustaría presentar como  la base de nuestra reflexión:

Lo difícil no es tomar una decisión sino mantenerse en ella: generalmente expresamos “tomé una decisión” para referirnos al acto de pensar en aquellas cosas que nos gustaría ajustar o mejorar, no al acto de ejecutar la acción, por lo que primeramente creo oportuno cambiar nuestra manera de expresarnos para así cambiar nuestra manera  de entendernos.   El tomar la decisión es el primer paso, mantenerla el segundo.

Toda decisión es un proceso y no una acción aislada: nadie puede ejecutar una decisión asertiva de la noche a la mañana, esto es un proceso que une varios eventos, la ausencia de uno de ellos puede retroceder a alguien (valorar, medir consecuencias, identificar recursos, opciones, etc).

Quien no se mantiene en una decisión dejo de desearla: esta es la consideración más valiosa, ya que una persona que quiere mantener una decisión lo hará aunque los obstáculos sean muchos, pero para eso su voluntad requiere ser madura.  Si dejas de querer, dejas de vivir respecto a aquello que propusiste.

Dejemos claro un punto en esta reflexión, una decisión no es solamente una idea, un deseo, un intento, una expectativa o bien un sueño, es un acto que requiere lo que he llamado el “DCR”: disposición, constancia y responsabilidad.
  
Disposición pues es el elemento que abre la voluntad, constancia para mantenerla activa y responsabilidad para lograr el compromiso.  ¿Dígame si hace un año usted soñó, deseó o intento cosas que hoy un año después no alcanzó?, será que hubo déficit del “DCR”.

Generalmente lo que lleva a una persona a convertirse en alguien de doble ánimo, son sus emociones, es decir, si el alma es la mente, la voluntad y las emociones, en la mayoría de personas el timón del alma lo dirige las emociones, por lo que la mente y la voluntad simplemente son arrastradas por lo que se siente.

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