Un asiduo lector de mis artículos, muy consternado, me consultó por
“un asunto” que desde hacía un buen tiempo le tenía preocupado, algo que en su
fuero íntimo le causaba “cierta desazón” pues lo que entendía que estaba en
juego era nada menos que el concepto que él tenía sobre sí mismo en todo lo
relacionado con sus valores y los principios éticos que sustentaban su
condición de cristiano.
Resulta que en una conversación mantenida con alguien que se
identificó como “un fiel creyente” de la doctrina cristiana éste le espetó “conozco
a muchas personas ambiciosas que si no se arrepienten irán camino al infierno
tal como si se deslizarán por un tobogán”.
Tal expresión le sumió en una confusión tal que francamente le
llevó a autocuestinarse ciertos hábitos de vida que desde su niñez tenía
incorporado en sus acciones diarias.
Pensando en una respuesta adecuada a su inquietud, recordé un
artículo que había leído en el cual, su autor se refería con mucha claridad
conceptual sobre este tema.
El artículo en cuestión dice lo siguiente:
“Muchas veces me encuentro con gente que confunde la palabra ambición con algo malo.
Y
desde pequeños se nos ha enseñado que no debemos ser ambiciosos, que no debemos
querer más de lo necesario y que incluso debemos ser “humildes”.
Como
si la humildad significara ausencia de abundancia, o simplemente pobreza. La
verdad nunca he estado de acuerdo con esta concepción.
Recientemente
me encontré con un artículo en Wikipedia en español que hablaba sobre la
ambición como algo que dañaba al ser humano, como un sentimiento malo y
perverso que podría surgir en nuestras mentes cuando buscamos querer más y que
peor aún, que con este sentimiento dañábamos a los demás.
Sólo hay un pequeño problema con esto. Están
confundiendo la ambición con la avaricia y la codicia.
Son cosas MUY DIFERENTES.
Y si
no lo sabías, hoy quiero hablar un poco de ello, y darte una nueva visión para
que, no sólo conozcas la verdadera definición de ambición, sino para que esta
te deje de limitar en el ámbito financiero y personal de vida como lo ha venido
haciendo hasta ahora seguramente.
Lo Que La Ambición NO Es
La ambición no es el deseo ciego por obtener fines
como la riqueza sin importar los medios. Una persona ambiciosa no pasará por
encima de los demás para lograr sus objetivos y de hecho muchas veces sus
deseos y sueños también están orientados a beneficiar a otros.
La
ambición no es el deseo de crecer indiscriminadamente o de crecer por crecer.
Es más bien un deseo que como seres humanos e incluso como animales tenemos de
buscar protección, seguridad y bienestar. Y si existe alguna manera de
gestionar estos fines y amplificarlos, es a través de la ambición que puede
lograrse.
Dejemos
de confundir la ambición con defectos que tienen las personas, en el pasado era
muy común escuchar que alguien ambicioso debía ser castigado o que estaba
cometiendo pecado, pero no es porque ahora ya la ambición se haya convertido en
algo bueno, sino que desde siempre se ha tenido esta palabra en un muy mal y
equívoco concepto.
Un
buen ambicioso requiere de una gran causa que lo guíe a través de la
adversidad, que le permita superar todo tipo de obstáculos y seguir con la
frente en alto. ¿Cómo podría lograrse esto sin ambición?
¿Crees que podrías lograr una meta grande y beneficiosa si no tuvieses
un deseo ardiente por lograrla?, quienes son ambiciosos con cosas malas en
realidad no son ambiciosos. Y si se trata del dinero, peor aún.
Lo
que pasa es que por algún extraño motivo la sociedad no quiere que progresemos
y nos quiere encajonar siempre dentro de sus sistemas que por cierto
difícilmente funcionan bien para la mayoría de nosotros. Y luego nos
preguntamos en qué es lo que fallamos.
Si
esto te suena familiar, que bueno que estés leyendo este artículo y que estés
en este blog, aquí aprenderás a abrir tus ojos y a alejarte de estas malas
influencias que lo único que hacen es (consciente o inconscientemente) querer
alejarte de tus sueños y aspiraciones.
Y Entonces… ¿Qué Es La ambición?
La ambición realmente puede tratarse como el deseo de obtener algo en
grande, de tal manera que como seres humanos, llegamos a fijarnos metas
ambiciosas, refiriéndonos con esto al hecho de querer lograr superar nuestras
propias expectativas. La ambición es el deseo por superarse y llegar mucho más
lejos. Provee la motivación y determinación
necesaria para lograr objetivos y metas en la vida.
La ambición es el motor de los emprendedores, de las personas de éxito y de quienes han llegado lejos alguna vez en la
vida.
Si la
primera persona que llegó a la cima del Everest no hubiese sido ambiciosa,
quizás nunca hubiese llegado allí. Y como este tendríamos miles de ejemplos
válidos, pero creo que captas la idea.
Lo
importante es que no confundas la ambición con la avaricia y la codicia, que
respectivamente son: una inclinación o deseo desordenado de placeres o de
posesiones y un afán excesivo de riquezas, sin necesidad de querer atesorarlas.
Es
muy diferente cuando decimos que la ambición se trata de querer lograr más,
llegar más lejos, vivir mejor, beneficiar a más personas… etc.
Cada
que yo escucho que alguien confundo este término inmediatamente procedo a
corregirlo, porque el problema es que si tenemos una mentalidad de que la
ambición es mala caeremos en el conformismo, el mayor limitante del éxito en
nuestras vidas.
No
deberíamos ser víctimas de nuestras propias palabras, o más bien de nuestra
propia ignorancia con respecto a ella, sabiendo esto te darás cuenta de que
eres ambicioso, y de hecho puedes y deberías serlo, el día en que pierdas tu
ambición, ese día podrás perder el rumbo al éxito y toda esperanza de llegar
lejos alguna vez.
La
ambición debería ser la propulsión que mueva los motores de tu vida, y debería
ayudarte a conseguir tus ideales de una manera que no perjudiques a nadie, o
que más bien beneficies a muchos.
Muchos
proyectos son ambiciosos, e incluso proyectos filantrópicos, por lo que me
parece simplemente risible el hecho de pensar que las personas han encajado
esta palabra dentro de lo que consideran malvado.
Creo
que uno de los principales culpables es la religión, pues ellos se enfocan
mucho en enseñar que debemos ser humildes.
Otra
palabra que hay que tomar con pinzas. La humildad NO ES POBREZA. Una persona
rica, abundante y exitosa puede ser humilde. La humildad y la ambición pueden
encontrarse en una misma mentalidad y reforzarse la una a la otra para crear
abundancia y beneficiar a los demás seres humanos.
No
confundamos la ambición con la avaricia y la codicia, pues a estas no les
importa los fines con que se llegue a la riqueza, y estas son la base de las
personas que practican la ilegalidad y los actos de violencia contra otros.
Incluso
políticos tiranos podemos decir que son avariciosos y codiciosos pues rara vez
les importa por cuánta gente pasen por encima. Pero tú puedes ser ambicioso con
tus proyectos de vida, puedes desear ganar más dinero (en este caso recuerda
que el dinero no debería ser un fin, sino un medio), puedes desear tener una
mejor vida, tener mejores cosas, brindarle lo mejor a tus hijos… etc., y no por
esto deberías ser castigado.
Espero que comprendas la diferencia y que a partir de ahora me ayudes a
enseñar a los demás que la ambición no es mala, que podemos aspirar a ser mucho
más grandes sin miedo.
Eso sí, siempre buscando no herir a nadie en el camino y brindando felicidad y bienestar a todo ser como sea posible.”
Juan Sebastián Celis Maya
Espero que esta lectura pueda contribuir a esclarecer algunos
conceptos para que nos puedan orientar en medio de las brumas que suelen
entorpecer esa zona poco conocida de nuestro derrotero.
Hugo W Arostegui