Ventilando la historia, una brisa de aire fresco.
Este encuentro, convocado por Gabriel, estaba precedido de gran
expectativa, debido a que se nos había adelantado, que tendríamos la
oportunidad de escuchar, nada menos, que a uno de los hijos del patriarca
Abraham.
Muchos de nosotros, ni siquiera sabíamos que existía un hijo de
Abraham, llamado Madían, sí, habíamos oído, de la tierra de Madían, de los
sacerdotes de Madián, pero no se nos había ocurrido asociar este nombre, con el
del patriarca Abraham.
Gabriel, nos había informado de las cualidades de este hombre, de
su dulzura, de su gran erudición en todo lo relacionado con los orígenes de la
humanidad, así como de todo lo registrado, por los escribas que redactaron “la
historia de éstos orígenes” siguiendo las directivas de Moisés.
De manera que todos los convocados nos sentíamos ávidos de
conocerle, entre nosotros nos preguntábamos acerca de cómo es que sería su
aspecto, porque intuitivamente, teníamos la sensación, de que veríamos en él,
ciertos rasgos de personalidad, propios de los grandes patriarcas de la
antigüedad.
Cuando nos aprestábamos a ingresar en el gran sala de
conferencias, a medida en que nos dirigíamos a los acomodadores que tenían la
labor de irnos ubicando en la misma, era inevitable el hecho, de que nos
detuviéramos unos instantes para intercambiar saludos y abrazos los unos con
los otros, como suele ocurrir entre compañeros de grupo que se reencuentran
nuevamente.
Estos encuentros, se han ido constituyendo, en una magnifica
oportunidad de intercambiar experiencias y opiniones, cultivar afectos,
desarrollar lazos de compañerismo y sana amistad, y sobre todo, descubrir
afinidades, ese sentimiento tan especial, que hace la diferencia, a la hora de
escoger, con quiénes conformar nuestro grupo de trabajo.
Las palabras de Madián:
Presentado por Gabriel, parado frente a nosotros, estaba un hombre
de mediana estatura, de rostro sonriente, de mirada profunda, límpida y cálida
a la vez, todo su aspecto, irradiaba la dignidad y grandeza propia de un ser,
que se sabe poseedor de la autoridad moral e intelectual, que lo habilitan para
hablar, poniendo a Dios como testigo, sobre temas de gran trascendencia, temas
de los cuales, sólo poseemos, una muy escasa y parcializada información.
Permítanme presentarme, nos dice Madián, como ya sabéis, soy hijo
del patriarca Abraham, y de Cetura, nieta de Melquisedec, la cual fue la última
concubina de mi padre.
Soy hermano por parte de madre de: Zimram, Jocsán, Medán, Isbac, y
Súa.
He sido ordenado por derecho natural, Sumo Sacerdote, según el
Orden del Hijo de Dios, más conocido entre vosotros, como el sacerdocio de
Melquisedec.
Mi abuelo materno, Melquisedec, rey de Salem, dispuso de que se me
proporcionara educación en todo lo referente a la doctrina de salvación, la
cual era inspirada en las enseñanzas del profeta Enoc, hijo de Jared, quién
organizó la ciudad santa de Sión y fue llevado a los cielos por el Dios de
nuestros padres.
Por la autoridad sobre mí conferida, he ordenado a mis hijos en el
sacerdocio, y éstos a su vez, se lo confirieron a su posteridad, es por esa
circunstancia, de que al suegro de Moisés, Jetro, se le designara como
“sacerdote de Madían” en una clara alusión al santo sacerdocio que poseía y que
provenía de mis lomos.
Como podéis apreciar, me ha tocado vivir mis días terrenales,
en una época muy especial de nuestra
historia, por lo que es mi intención contársela a ustedes, en una forma clara y
sencilla, a fin de que podáis comprender mejor, muchos pasajes de las
escrituras, que han llegado hasta ustedes, cubiertos por el manto de impunidad
y justificación, que suelen tener los vencedores al manipular los hechos
históricos.
Ahora, esto que les estoy comentando, no quiere decir, que vengo a
vosotros con ánimo revisionista, o impulsado por el deseo de venganza, los
hechos, han sido los que han sido, Jehová es un Dios justo, un Dios de amor, y
nuestra ira, nuestras pasiones, nuestros reclamos, no obran su justicia, no
adelantan las manecillas del reloj del tiempo, de manera que todo lo que les
mencionaré en esta charla, tiene como única finalidad, que conozcáis la verdad.
Digamos - usando un ejemplo
sencillo - que lo que haremos, será abrir las ventanas del pasado, para que
pueda penetrar la luz de la verdad, para que podamos oxigenar el sofocante
clima interno, amohecido por siglos de ignorancia, aire fresco que nos permita
disipar, el polvo acumulado, en los anales burdamente adulterados, a través de
los cuales, se ha pretendido transmitir nuestra historia.
Como no he venido, tal como se los he dicho, con intención de
polemizar, sino que todo lo contrario, ha medida de que discurra esta
disertación, tomaré como única referencia en apoyo a mis dichos, los mismos
registros que han sido incorporados a la Biblia, y que conforman lo que
vosotros llamáis: Las santas escrituras.
El tema que abordaremos, obviamente, no se agota en una
disertación de dos horas, como es el tiempo previsto en esta instancia, además,
les confieso, de que no poseo la capacidad oratoria del Apóstol Pablo, quién
les podría hablar durante largas horas.
Tampoco quiero poner a prueba la capacidad de resistencia, que
puedan tener vuestras nalgas, comprimidas como están, por causa de los asientos
sobre los cuales estáis sentados.
Como principio requieren las cosas, comenzaremos nuestro relato
hablando sobre Noé y su familia, luego de que ellos se establecieran nuevamente
en tierra firme, una vez superada la larga prueba del diluvio.
Tal como os lo han contado, Noé, estaba en compañía de su esposa,
sus tres hijos y sus respectivas esposas.
Habiendo transcurrido cierto tiempo, el suficiente como para que
los parrales plantados por Noé, dieran su fruto, sus escritos, a los cuales
recurriré mas adelante, nos dicen que los hijos de Noé y sus respectivas
esposas, habían comenzado la sacrificada tarea de multiplicar y henchir la
tierra, y esta vez, no tenían el impedimento de su inocencia, ni se conocía
árbol alguno del cual no pudiesen comer.
Así las cosas, los parrales comenzaron a producir abundantes uvas,
y a Noé se le ocurrió la idea de producir un buen vino, para recordar los
viejos tiempos en que lo disfrutaba bebiendo en abundancia, con sus ahora
ahogados, amigos y vecinos.
Como suele ocurrir cuando uno abusa de la bebida, Noé contrajo una
tremenda borrachera, tal era la curda que se agarró, que se puso a bailar
desnudo en el medio de su tienda, cuando hablamos de bailar, hablamos de ruido,
de cánticos, de acciones que forzosamente, tendrían que llamar la atención de
las demás personas que convivían con él, nos referimos, a su esposa, sus hijos,
sus nueras, sus nietos, etc.etc.
Cuando menciono este episodio, no puedo dejar de recordarme de lo
que le sucedió a mi primo Lot, hijo de mi tío Harán, el cual resultó de tan
mala bebida, que estando borracho, sus hijas “ abusaron ” de él , pasaron
algunas noches juntos, en forma alternada claro, y concibieron por este
original procedimiento a Moab y Ben-ammi,
sin que mi primo se diese por enterado, según se desprende de los
escritos que vosotros tenéis.
Es claro de que las cosas no han ocurrido de esa forma,
simplemente lo menciono, para que puedan observar el estilo informativo que emplean los escribas, cuando se trata de
minimizar los verdaderos alcances de estas acciones que sin duda dejan muy mal
parados a nuestros parientes, los cuales no aportan mucho en cuánto a su
reputación, y no parecen dignos de justificación, por más familiares de mi
padre que fuesen.
Continúa
Hugo W Arostegui
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