Vivimos en un planeta llamado Tierra, el cual, como todos
hemos aprendido, forma parte de un sistema al que los científicos han llamado
“sistema solar”, también nos han dicho, que este sistema solar, forma parte de
una galaxia, y que incontables millones de éstas galaxias se interrelacionan
armónicamente conformando nuestro Universo.
Este insignificante punto en la inmensidad del espacio,
llamado Tierra, en el cual vivimos, también está regido por leyes, la de la
gravedad, por mencionar una, la cual determina, entre muchas otras cosas, que
todos los seres vivos, que habitamos su superficie, estamos literalmente,
aprisionados a su suelo, desde el gusano que repta y orada sus entrañas, hasta
el águila majestuosa, que surca con su vuelo las cumbres de las montañas.
Por qué menciono esto, por la sencilla razón de pretender
demostrar que no existe ningún lugar en el universo donde no se respeten los
espacios, tanto individuales como colectivos, y este equilibrio armónico
sólo es posible, cuando cada uno de los actores cumple con la finalidad de su
propia esencia y razón de ser, aquí y ahora, asumiendo las responsabilidades
inherentes a la cohabitación en un mundo que nos cobija a todos, en la
convivencia pacífica de todos los seres vivos, existen reglas que regulan y
garantizan derechos y obligaciones, nadie, absolutamente nadie, puede exigir el
respeto de los demás si en contrapartida no está dispuesto a respetar y
salvaguardar el derecho de todos y cada uno.
Hugo W Arostegui
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