Un
fin de semana de esos que consideramos “terribles” con lluvias intensas,
fuertes vientos y con una sensación térmica de unos seis grados de temperatura,
realmente todos estos ingredientes son una invitación al recogimiento, la
meditación y como consecuencia natural el dictado que nuestra mente realiza a
través del intelecto para poder plasmar en una redacción conjunta, como
trabajando en equipo donde intervienen el pensamiento, los sentidos y claro, el
servicio de nuestros dedos tecleando en nuestro ordenador.
Todo lo que hemos mencionado conforman
“nuestro clima interno” sumamente grato y acogedor, donde podemos dar “rienda
suelta” a nuestras emociones las cuales se agregan a nuestro grupo, es decir, las
imprescindibles emociones que nos proporcionan “el condimento” que sazonan el
gusto y el sentido de nuestras experiencias de vida.
Esto que mencionamos “constituyen la materia
prima” la argamasa con la cual el alfarero moldea sus creaciones de tal forma
que le permita dotarle a las mismas su sentido e identidad.
Esto que describimos de un día de los “considerados
terribles” está muy lejos de constituirse en “días perdidos” todo lo contrario,
cuando nos rodean las inclemencias climáticas externas aprovechamos el “recogimiento
obligado” para transformarlos en reflexión y retrospección en donde podamos
disfrutar de un encuentro íntimo con nuestras musas y su agradable compañía.
Esto es lo reconfortante de esos días.
Hugo W Arostegui
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