sábado, 11 de junio de 2016

Conferencia de Madián, hijo de Abraham Parte Final

Ventilando la historia, una brisa de aire fresco.
  
“Y él les dijo: Así ha dicho Jehová, el Dios de Israel: Poned cada uno su espada sobre su muslo; pasad y volved de puerta a puerta por el campamento, y matad cada uno a su hermano, y a su amigo, y a su pariente.

Y los hijos de Leví lo hicieron conforme al dicho de Moisés; y cayeron del pueblo en aquel día como tres mil hombres.”
                                                                                                                                     Éxodo 32: 27 – 28

La historia del pueblo de Israel, bajo la conducción de Moisés, de Josué, de los Jueces, y de los Reyes, está impregnada de actos de barbarie que se contradicen con las enseñanzas de Jehová, no obstante ser Israel un pueblo escogido y sumamente bendecido, durante toda su existencia como nación independiente, se  gloriaba de guardar estrictamente la letra de la ley, pero demostró ser incapaz de vivir su espíritu.

Me vienen a la mente las palabras de Isaías:

“Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado.”
                                                                                                                                     Isaías  29: 13

He dejado para el final de mi exposición, el relato de los hechos acaecidos en la tierra de Moab, lugar donde estaban establecidos los moabitas los cuales son descendientes de Lot, sobrino de Abraham, como consecuencia  de la relación incestuosa que mantuvo con sus dos hijas, la mayor de las cuales concibió a Moab y la menor a Ben-ammi.

Les tengo que decir, que lo que voy a relatarles, es algo muy doloroso para mí, porque
es la historia de los acontecimientos que culminan con la destrucción de gran parte de mis descendientes, los cuales estaban emparentados con Moisés, a través de Jetro, su suegro, de Séfora, su mujer, y de sus dos hijos , Gersón y  Eliezer.

Me han informado de que Cozbi, hija de Zur, príncipe de pueblos, padre de familia en Madián, ha estado con ustedes en compañía de Zimri, varón israelita del cual es su mujer, en ocasión de una exposición organizada por Nod y Zohar, como ya conocen esa historia, no me voy a referir en esta ocasión a ellos.

Cuando Israel acampó en las márgenes del río Jordán frente a Jericó, los moabitas tuvieron temor por la multitud de gentes que representaban, viéndoles desde lo alto de los montes, el espectáculo que se abría ante ellos, las tribus de Israel alineadas y en pie de guerra, les resultaba un presagio de grandes desgracias para sus pueblos.

“Partieron los Hijos de Israel, y acamparon en los campos de Moab junto al Jordán, frente a Jericó.

Y vio Balac hijo de Zipor todo lo que Israel había hecho al amorreo.

Y Moab tuvo gran temor a causa del pueblo, porque era mucho; y se angustió Moab a causa de los hijos de Israel.”
                                                                                                                                     Números 22: 1 – 3

La presencia de Israel en Moab, en las inmediaciones de la tierra de Madián, había conmocionado toda el área de influencia del Jordán, todos temían ser atacados por este pueblo, cuyos antecedentes les describía como un pueblo bárbaro, arrogante, dispuesto a la destrucción de todo aquel que entorpeciese sus planes de conquista y exclusión, en toda la vasta tierra que tenían por delante.

Nada importaba a Israel, no estaba dispuesto a respetar los derechos adquiridos, los que habían sido otorgados por el patriarca Abraham cuando alejó a los hijos de sus concubinas, de las posesiones adjudicadas a Isaac, el hijo de Sara.

“Y Abraham dio todo lo que tenía a Isaac.

Pero a los hijos de sus concubinas dio Abraham dones, y los envió lejos de Isaac su hijo, mientras él vivía hacia el oriente, a la tierra oriental.”
                                                                                                                                     Génesis 25: 5 – 6

Es entonces que Balac decide convocar a los ancianos de Moab y a los ancianos de Madián, para tomar consejo con ellos sobre las medidas que se podrían tomar ante esta emergencia que amenazaba la seguridad y la propia existencia de sus pueblos.

Convocados que fueron los ancianos, decidieron aconsejar a Balac a que se enviara una delegación a donde vivía el profeta Balaam, hijo de Beor, hermano de Jetro, el suegro de Moisés.

No voy a detenerme a hacer un largo análisis de las infructuosas tentativas de los príncipes moabitas, tratando de convencer a Balaam de que maldijese a Israel, ni tampoco voy a entrar en detalles tales como el supuesto diálogo de Balaam con su mula, el cual no es más que un intento de los escribas de Moisés de ridiculizar la honorabilidad de este digno profeta de Jehová.
  
Lo cierto es que Balaam, una vez enterado de las pretensiones de los príncipes moabitas, consulta a Jehová en varias oportunidades, recibe  las indicaciones que Jehová Dios le da y obedece todo lo que el Señor le ordena realizar, enfrentando al rey Balac y a todos sus príncipes, a riesgo de su propia integridad para bendecir a Israel de acuerdo al mandato divino.

Esto que les menciono de Balaam es fácilmente corroborado por los propios escribas
de Moisés, en el capítulo veintidós del libro de Números.

Lo que los escritos no mencionan es que Balaam y Moisés, no eran desconocidos entre sí, Balaam, solía frecuentar la tienda de Jetro para recibir instrucciones, pues como ya les he dicho antes, tanto él, como Moisés, eran miembros del mismo quórum.

El pasaje referido a la mula de Balaam, provino de los hombres que Moisés envió para amenazarlo de muerte, de hecho querían matarle, para que no orientase a los madianitas, a los cuales tramaban conquistar.

El ángel que se menciona, el cual blandió su espada asustando a la mula de Balaam, la razón de que estuvo allí impidiendo su paso, fue precisamente para salvarle la vida.

Recuerdan cuando les hablé de los hijos de Noé, y de la maldición que éste le impuso a su hijo Cam, padre de Canaán, por haberle visto borracho y bailando desnudo, pues bien, esa supuesta maldición sobre Cam, es la justificación de Israel, para invadir la tierra de Canaán y destruir a sus moradores y ocuparla como “su tierra prometida”

Les invito a hacer la siguiente reflexión: ¿ cuánto tiempo ha pasado desde que Noé supuestamente maldijo a su hijo Cam ? ¿ cuánto tiempo ha pasado desde que Israel lucha por su tierra prometida ? En el entretanto han sido conquistados, tomados cautivos, han crucificado en el nombre de la Ley de Jehová, al Redentor de la humanidad, el dador de la ley, han sido masacrados, han sufrido el peor genocidio de la historia, se mantienen a base del dinero de los imperios en un mísero reducto de la disputada palestina y sus ojivas nucleares amenazan a todo el mundo árabe, sus hermanos, tan semitas como ellos mismos.

Y su Mesías, el Redentor del mundo, ¿ dónde está ? ciertamente no mora en Israel donde sus hijos todavía golpean sus cabezas sobre las duras piedras del destruido
Templo de Salomón, cabezas duras que le dicen, ¿ no ?

Disculpen por este exabrupto que he expresado sobre los hijos de Israel, pero es el homenaje que me había prometido realizar al profeta Balaam, vilmente asesinado junto a sus hermanos por las iracundas huestes de Israel.

Es este episodio el que les voy a relatar a continuación, dando final a esta extensa charla que gustosamente mantengo con ustedes.

Cuando leo los relatos de los escribas de Moisés, no puedo dejar de compararlos con los Anales Sagrados, que han escrito los profetas que han registrado la historia de nuestros pueblos, anales que han sido destruidos, quemados en las hogueras, regados por la sangre de tantos mártires que han sido aniquilados en el nombre de la ley de Jehová.

“ ¡ Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y  apedreas a los que te son enviados !

¡ Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste !

He aquí, vuestra casa os es dejada desierta; y os digo que no me veréis, hasta que llegue el tiempo en que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor.”
                                                                                                                                     Lucas 13: 34 – 35

Ya se han dado cuenta de que no confío en los escribas de Moisés, ellos han buscado la justificación y la aprobación, adulterando impunemente la ley.

“Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que hemos recibido, no desmayamos.

Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios.”
                                                                                                                      2da.Corintios 4: 1 – 2

Como ya es tiempo de terminar, dejaré que sean los propios escribas de Moisés, los que les relaten, cómo ha sido la masacre, en la tierra de Madián:

“Entonces Moisés habló a su pueblo diciendo: Armaos algunos de vosotros para la guerra, y vayan contra Madián y hagan la venganza de Jehová en Madián.

Mil de cada tribu de todas las tribus de los hijos de Israel, enviaréis a la guerra.

Así fueron dados de los millares de Israel, mil por cada tribu, doce mil en pie de guerra.

Y Moisés los envió a la guerra; mil de cada tribu envió; y Finees hijo del sacerdote Eleazar fue a la guerra con los vasos del santuario, y con las trompetas en su mano para tocar.

Y pelearon contra Madián, como Jehová lo mandó a Moisés, y mataron a todo varón.
  
Mataron también, entre los muertos de ellos, a los reyes de Madián, Evi, Requem, Zur, Hur, y Reba, cinco reyes de Madián; también a Balaam hijo de Beor mataron a espada.

Y los hijos de Israel llevaron cautivas a las mujeres de los madianitas, y a sus niños, y todas sus bestias y todos sus ganados; y arrebataron todos sus bienes, e incendiaron todas sus ciudades, aldeas y habitaciones.

Y tomaron todo el despojo, y todo el botín, así de hombres como de bestias.

Y trajeron a Moisés y al sacerdote Eleazar, y a la congregación de los hijos de Israel, los cautivos y el botín y los despojos al campamento, en los llanos de Moab, que están junto al Jordán frente a Jericó.

Y salieron Moisés y el sacerdote Eliazar, y todos los príncipes de la congregación, a recibirlos fuera del campamento.

Y se enojó Moisés contra los capitanes del ejército, contra los jefes de millares y de centenas que volvían de la guerra, y les dijo Moisés: ¿ Por qué habéis dejado con vida a todas las mujeres ?

He aquí, por consejo de Balaam ellas fueron causa de que los hijos de Israel prevaricasen contra Jehová en lo tocante a Baal-peor, por lo que hubo mortandad en la congregación de Jehová.

Matad, pues, ahora a todos los varones de entre los niños; matad también a toda mujer que haya conocido varón carnalmente.

Pero a todas las niñas entre las mujeres, que no hayan conocido varón, las dejaréis con vida.”
                                                                                                       Números 31: 3 – 18

Nada dijo Moisés de Séfora, su mujer, ni de sus dos hijos varones, los cuales han nacido en la tierra de Madián, la tierra de su refugio, cuando era un criminal, fugitivo de Faraón,  por haber dado muerte a un egipcio.

Si este relato les ha conmovido, proponed cada uno de vosotros, su calificación.

En estos últimos años, me refiero a los posteriores a la segunda guerra mundial,       la Corte Internacional de la Haya, ha condenado a un sinnúmero de acusados por crímenes contra la humanidad, los cuales como sabéis, no prescriben.

El nombre de Moisés no estaba entre ellos.  



 Hugo W Arostegui


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