“El les dijo: He aquí, al entrar en la ciudad os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle hasta la casa donde entrare, . ”
Lucas
22: 10
Este tramo que citamos refiere a la asignación dada
por Jesús a dos de sus discípulos, Pedro y Juan, a quienes encomendó hacerse
cargo de la preparación de la cena de pascua.
La tarea pedida por su Maestro es respondida
afirmativamente por éstos dos hombres y para demostrarle su voluntad de
obedecerle y satisfacer su pedido, simplemente le dicen: ¿ dónde quieres que la
preparemos ? a lo cual su Señor les orienta en la forma descrita por Lucas.
Pensamos que seguramente éstos dos hombres esperaban
que su Maestro les daría una orientación mas amplia, quizás dándole el nombre
del dueño de casa, o datos precisos de la ubicación de su vivienda, pero
comprendieron que esta tarea ya había sido asignada a este “hombre del cántaro”
éste sería el responsable de indicarles el lugar y a él debían seguirle.
Nada más sabemos de este hombre del cántaro, el resto
del relato bíblico nos permite saber de que cumplió fielmente su trabajo,
estuvo allí cuando llegaron Pedro y Juan y les condujo en forma eficiente al
lugar que había sido dispuesto, leemos en Lucas: ... “... seguidle hasta la casa
donde entrare, y decid al padre de familia de esa casa: El Maestro te dice: ¿Dónde
está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos? Entonces él
les mostrará un gran aposento alto ya dispuesto; preparad allí. ” Lucas 22: 10,11 y 12.
De este breve y sencillo relato podemos extraer
algunas enseñanzas relacionadas con la vida de Jesús y su entorno, cuando
leemos los escritos de los evangelistas, nos imaginamos a Jesús rodeado de sus
discípulos, la presencia de éstos discípulos son una constante en su vida
pública, junto a ellos predica y enseña, cura a los enfermos y afligidos,
revive a los muertos, participa de diversos eventos,, amonesta a escribas y
fariseos, etc. no imaginamos una actividad de Jesús en prescindencia de sus
discípulos.
Todo indica que éstos, sus discípulos, conocen cada
uno de los pasos de su Maestro y que nada sucedería o podría suceder sin que
ellos tuvieran al menos alguna información, ya sea por estar presentes o por
acompañarle hasta las proximidades de los lugares donde su amado conductor se
desplazaba o se contactaba.
Pero este relato delata otras facetas de la vida del
Salvador que nos abre nuevas perspectivas sobre la concepción de lo que
tradicionalmente aceptamos y llamamos su
Ministerio Terrenal.
Ese día, según leemos, Jesús se aprestaba a celebrar
la Pascua con sus discípulos y para ello había previsto todo lo necesario con
la debida anticipación, es bueno recordar el tremendo significado de la Pascua
para el pueblo judío, las instrucciones recibidas por Moisés de labios del
propio Jehová son muy claras y precisas:
“Habló Jehová a Moisés y a Aarón en la tierra de
Egipto, diciendo:
Este mes será principio de los meses; para vosotros
será éste el primero en los meses del año.
Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: En
el diez de este mes tómese cada uno un cordero según las familias de los
padres, un cordero por familia.
Mas si la familia fuere tan pequeña que no baste para
comer el cordero, entonces él y su vecino inmediato a su casa tomarán uno según
el número de las personas; conforme al comer de cada hombre, haréis la cuenta
sobre el cordero.
El animal será sin defecto, macho de un año; lo
tomaréis de las ovejas o de las cabras.
Y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo
inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes.
Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes
y en el dintel de las casas en que lo han de comer.
Y aquella noche comerán la carne asada al fuego, y panes
sin levadura; con hierbas amargas lo comerán.
Ninguna cosa comeréis de él cruda, no cocida en agua,
sino asada al fuego; su cabeza con sus pies y sus entrañas.
Ninguna cosa dejaréis de él hasta la mañana; y lo que
quedare hasta la mañana, lo quemaréis en el fuego.
Y lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro
calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; Y lo comeréis
apresuradamente; es la Pascua de Jehová. ...
... Y este día os será en memoria, y la celebraréis
como fiesta solemne para Jehová durante vuestras generaciones; por estatuto
perpetuo la celebraréis. ”.
Éxodo
12: 1 – 11 y 14
Como se puede apreciar este evento era de primordial
importancia, “una fiesta solemne para Jehová” todo detalle debía ser atendido, nada podía quedar librado a la
improvisación, quienes fueran asignados a esta tan significativa celebración
debían no solamente ser dignos de confianza sino que además contar con la
capacidad necesaria para asegurar el fiel cumplimiento de su asignación.
Cabe agregar además - y no es un detalle menor – que
ésta vez le cena de Pascua daba cumplimiento al sacrificio expiatorio del
Salvador del Mundo el Cordero de Dios que sería levantado e inmolado en la
cruz.
De ahí que esta vez era necesario extremar todo cuidado,
la importancia simbólica de esta celebración adquiría una dimensión que sin
duda sobrepasaba la capacidad de comprensión de sus inexperientes discípulos.
Es por esta circunstancia que aparece en escena el “el
hombre del cántaro” así como el padre de familia poseedor de un aposento amplio
donde se podría realizar una cena con tantos comensales y con los “enseres”
esenciales para que allí se pudiese cumplir a cabalidad la puesta en escena de
el mas importante acto de amor y entrega jamás efectuado.
Es bueno detenernos a pensar en los hombres y mujeres
que unieron sus esfuerzos y capacidad para atender cada detalle: la elección de
él o los corderos, las hierbas amargas, los panes sin levadura, el vino, las
copas, la vajilla, el lebrillo y la toalla con la cual el Señor lavó los pies
de sus discípulos, todo lo que es mencionado por los evangelistas que nos
narran la historia “estaba allí ” el servicio de apoyo funcionó de maravillas,
en el silencio de la discreción y la obediencia cumplieron su invalorable servicio.
Ahora bien, ¿ porqué es, que rescatamos estos pasajes de las
escrituras ? la respuesta es; porque en
el camino de nuestra vida existen innumerables “portadores del cántaro” hombres
y mujeres que “aparecen” como portadores de una señal, indicadores de un
camino, fuentes de consuelo e inspiración, ejemplos de abnegado servicio o
simplemente como un medio para despertar en nosotros los atributos más nobles,
o por el contrario, que mostremos ante ellos toda la vanidad de nuestro
rechazo, nuestra censura, o lo que es peor, que afloren en nosotros la
hipocresía o la indiferencia.
En el Juicio de las Naciones, descrito en el libro de
Mateo capítulo 25, versículos 31 al 46, Jesús nos habla de éstas personas que
aparecen en nuestras vidas, veamos:
“Cuando el hijo del Hombre venga en su gloria, y todos
los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán
reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros,
como aparta el pastor las ovejas de los cabritos.
Y pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a su
izquierda.
Entonces el Rey dirá a los de su derecha; Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino
preparado para vosotros desde la fundación del mundo.
Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y
me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me
cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.
Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo
te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero,
y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos?
¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?
Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que
en cuánto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo
hicisteis.
Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos
de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.
Porque tuve hambre y no me disteis de comer; tuve sed
y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo y
no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis.
Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor,
¿ cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la
cárcel, y no te servimos?.
Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo
que en cuánto no lo hicisteis a uno de éstos mas pequeños, tampoco a mí lo
hicisteis.
E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida
eterna. ”
En nuestro peregrinar por la vida, encontraremos
muchas de las almas nobles y grandes que bendecirán nuestras vidas a través de
su ejemplo, su recuerdo será siempre un bálsamo que calmará el dolor de las
amarguras pasajeras, su misión ha sido asignada por quién nos ama y protege, a
éstos ignorados portadores del cántaro, les ofrecemos hoy, nuestra profunda
gratitud.
Hugo W. Arostegui
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