Es fundamental saber cuándo termina una etapa de la vida porque si
permanecemos demasiado tiempo en ella, perdemos la alegría y corremos el riesgo
de que todas las cosas bonitas que hemos vivido, se tiñan de gris. Tal es el
caso, por ejemplo, de las relaciones de pareja. Cuando una relación está herida
de muerte, prolongar su final a menudo solo sirve para sacar lo más negativo de
cada persona, haciendo que nos quedemos con un mal sabor en la boca.
Por eso, es importante aprender a cerrar círculos, o capítulos de
nuestra vida, que es lo mismo. Se trata de dejar ir a personas o
experiencias que en su momento tuvieron sentido pero que ya no lo tienen. Se
trata de poner un punto final para poder pasar página y abrirse a las vivencias
nuevas. Por supuesto, no es fácil.
El vértigo emocional del pasado
El pasado forma parte de nosotros, ha contribuido a que seamos lo que
somos. No podemos simplemente enterrarlo porque, antes o después, resurgirá.
Por eso, es fundamental aprender a hacer las paces con esa historia. Solo
cuando asumimos y aceptamos esas experiencias, nos liberamos de su peso para
continuar nuestro camino.
En este sentido, un experimento realizado en la Universidad de Harvard
nos desvela el enorme poder que tienen las experiencias que no asumimos sobre
nuestro bienestar. Estos psicólogos trabajaron con personas que habían sufrido
un trauma y vieron cómo se graban las huellas dolorosas en nuestro cerebro.
A cada una de estas personas, le leyeron una descripción de su
experiencia traumática. Mientras tanto, escaneaban su cerebro. Así se pudo
apreciar que quienes sufrían estrés postraumático,
reaccionaban de manera diferente. En práctica, se activaban zonas como
la amígdala, relacionada con las respuestas emocionales de miedo, y la corteza
visual. Sin embargo, el área de Broca, relacionada con el lenguaje, no mostraba
una gran actividad
.
Este y otros estudios similares nos desvelan que cuando no aceptamos un
hecho doloroso, este se mantiene activo en nuestro cerebro y cada vez que lo
recordamos, lo revivimos como si fuera una situación real.
El problema radica en que no hemos cerrado ese capítulo, no le hemos
encontrado un sentido a la experiencia y, por ende, no hemos podido convertirla
en una experiencia narrativa más de nuestras vidas
.
Hasta que no logremos cerrar ese círculo, esa experiencia continuará
provocando dolor y sufrimiento. De hecho, nos puede sumir en una especie
de vértigo emocional que nos impide mirar con claridad al futuro y cicatrizar
las heridas.
Aprender a desprendernos de lo que nos daña
Existen miles de razones por las cuales nos aferramos al pasado pero en
su base siempre se encuentra el miedo a lo desconocido y nuestra tendencia a
mantenernos en la zona de confort. Aunque suene contradictorio, nos asusta más
dar el próximo paso, que seguir sufriendo en el punto en el que estamos.
Sin embargo, no podemos vivir el presente con un pie en el pasado. Lo
que sucedió, sucedió, hay que desprenderse de su influjo porque de lo
contrario, no podremos crecer como personas.
De hecho, crecer no implica solamente apropiarse de nuevas habilidades,
conocimientos y conocer nuevas personas sino que significa, fundamentalmente,
desprenderse. Para ganar algunas cosas, debemos desprendernos de otras. Y eso
significa que debemos tener el coraje para cerrar ciclos de nuestra vida y
dejar atrás personas o experiencias que aunque en su momento nos brindaron
mucha felicidad, pero que ahora no son más que un lastre para nuestro
crecimiento.
¿Qué debemos dejar ir?
- Todo lo que nos daña y genera un sufrimiento innecesario.
- Todo lo que nos arrebata la felicidad y hace que muramos un poco cada
día, apagándonos lentamente.
- Todo lo que nos mantiene atados al pasado a base de falsas esperanzas.
- Todo lo que no tiene sentido en nuestra vida y no encaja en nuestra
nueva visión del mundo.
- Todas las personas que nos han abandonado y que no desean que formemos
parte de su vida.
- Todos esos lugares en los que ya no nos sentimos a gusto y a los que
solo acudimos por deber o por hábito.
- Todas esas costumbres, creencias y actitudes que son un obstáculo para
la nueva etapa de la vida que vamos a afrontar.
Cerrar círculos de la vida no es un final, es más bien el principio de
algo nuevo.
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