Los seres humanos tenemos a diferencia de otros seres vivos la
habilidad de pensar, planear, discernir. Esto se debe a que nuestro
cerebro ha desarrollado la corteza cerebral, zona en la que se dan los
procesos de pensamiento superior exclusivos de los humanos.
Gozar de esta capacidad es un privilegio y un peligro. La capacidad de
pensar nos ha permitido crear alternativas más satisfactorias de vida,
comprender los procesos de la naturaleza, crear sociedades organizadas, etc.…
Sin embargo esta misma capacidad es la que ha dado lugar a las guerras,
la esclavitud, las matanzas de animales, el descuido del planeta, etc.…
Cuando hacemos uso de esta capacidad corremos el riesgo de considerarla
como la única herramienta que tenemos para sobrevivir. Al hacer esto creemos
que nuestros pensamientos son verdades absolutas, las únicas guías de
nuestra vida diaria y nos volvemos ciegos ante las verdades que nos muestran el
mundo, la naturaleza y el contacto con los demás continuamente.
La psicología desde tiempos remotos y con mayor insistencia actualmente,
ha recalcado la importancia de saber darle el lugar que tiene a nuestros
pensamientos.
Nuestros pensamientos no son la verdad absoluta ni la forma exclusiva
que tenemos de relacionarnos y vivir. Somos seres humanos compuestos de cuerpo,
emociones y pensamientos y necesitamos utilizar todo lo que somos para conocer
el mundo.
Es por esta sobrevaloración hacia el pensamiento que comúnmente
descuidamos nuestro cuerpo y aquello que lo nutre, es por esta
sobrevaloración que ante las distintas situaciones de la vida no tomamos en
cuenta lo que sentimos para tomar decisiones. Nuestras emociones también son
guías que si sabemos reconocerlas y utilizarlas nos pueden ser de mucha
utilidad para conocernos a nosotros mismos y el mundo que nos rodea.
Cuando aprendemos a darle al pensamiento la dimensión que tiene,
reconocemos nuestra capacidad de tomar a nuestro favor los pensamientos que nos
benefician, descartar los que nos hacen daño y crear los que nos permiten
sentirnos bien y orientarnos hacia nuestros objetivos. Cuando logramos este
manejo, sabemos que un pensamiento es positivo para nosotros porque es
congruente con nuestras emociones y nuestro cuerpo reacciona saludablemente.
La habilidad de pensar es un arma de doble filo ya que nos puede llevar
a tomarla como única guía y perdernos de todas las otras formas de estar en, o
de utilizar esta facultad para comprender el mundo y decidir cómo actuar
para vivir satisfactoriamente en él.
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