Cuando menos te lo esperas encuentras la fuerza en tu interior, te
levantas, decides vivir y te pones a ganar. Porque después de la tormenta
siempre llega la calma, no hay excepciones a esta regla.
Cuando menos te lo esperas te encuentras a ti mismo, comienzas a ser
quien quieres ser, haces lo que deseas hacer, dejas de preocuparte por no
decepcionar y te encaminas hacia donde realmente quieres ir.
“Y cuando menos te lo esperas, cuando crees que todo va por el mal
camino, que tu vida programada hasta el último detalle se va a pique, de
repente ocurre lo imprevisto…”
-Federico Moccia-
La cárcel más grande está en tu mente
"He aprendido que el mundo te quiere rápido para que llegues a
tiempo. Te quiere veloz para recordar solo el sonido de tus pasos y es por eso
que, cuando te acuerdas de que no vas a ningún lado, aceleras."
-A tres metros sobre el cielo-
Entonces, de lo que se trata es de comprender que no
consiste en ir rápido por la vida, sino en caminar con calma, en
aprender de cada momento, por malo que sea, porque cada suceso nos tiene que
decir algo.
Si algo sabemos es que vivir es complicado, pero resistir el
vaivén de nuestro barco en alta mar lo es aún más. Sin embargo, lo
cierto es que no hay caminos intransitables, pues si nos tropezamos mil veces,
es obligado levantarse mil y una
.
Es importante que nos permitamos el colapso, tocar fondo nos da
excesivo miedo. La clave está en no dejar el barco a la deriva, en no
amoldarnos ni dejarnos llevar, lo realmente valioso es lo que cuesta, es
en lo que ponemos el corazón.
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