Vivo en una montaña rusa constante, la risa y el llanto me acompañan y
me desestabilizan en los momentos más inesperados. Me cuesta un gran esfuerzo
separar mis preocupaciones presentes y pasadas y la inseguridad reina mi vida.
Reacciono con frecuencia de forma desproporcionada y no consigo exponer
con claridad mis pensamientos y emociones, lo que me está trayendo muchos
problemas. Además, tan pronto no me siento a gusto con nada ni con nadie como
que me ahogo porque siento una profunda necesidad de tener a alguien que me
lleve de la mano…
¿Te identificas a ti o a alguien de tu entorno en estas
palabras? Este podría ser perfectamente el discurso de una persona bajo
los efectos de la intoxicación emocional. Muchos de nosotros comprendemos
cuáles son los efectos de una intoxicación por alcohol, nos parece claro
que las percepciones se alteren, que la capacidad de reacción se deteriore, que
el pulso cardíaco se ralentice…
Pero, ¿somos capaces de interpretar la intoxicación emocional?
Si estás pasando o has pasado por momentos de gran carga emocional es
probable que estés intoxicado. Las causas son diversas puesto que
somos seres emocionales en nuestra totalidad pero, en cualquier caso, la
intoxicación emocional es la consecuencia de no otorgarnos un tiempo diario
para cultivar nuestro interior.
Dar pase libre a nuestras reacciones emocionales sin pasarles
un filtro mental limita nuestra capacidad de comunicación y de avance. Es
frecuente que nos encontremos con situaciones a las que no sabemos responder
como consecuencia de nuestro intoxicación. Digamos que estar
emocionalmente intoxicado te impide pensar antes de hablar y tomar
perspectiva sobre lo que acontece.
“Debes tener siempre la cabeza fría, caliente el corazón y larga la
mano” dijo Confucio.
Una reacción en caliente hace que nos controlen nuestras emociones y
estallen nuestros impulsos, por lo que no seremos nosotros mismos si
actuamos en ese momento.
Al “temor a soltar” yo lo definiría como vértigo emocional; este no
es más que el miedo en estado puro, el miedo a enfrentarnos con el vacío que la
pérdida genera. Es el miedo al duelo por la pérdida de
nuestro amor por el sacrificio y de nuestra debilidad por el masoquismo.
Te sientes irritable si te sales del guión que has preestablecido para
tu vida y sientes que, si te desvías provocarás una hecatombe que
desequilibrará por completo tu vida. No te sientes capacitado para seguir con
tu vida si abandonas esos hábitos o personas que permanecen a tu lado pero, aun
así, sabes que algo en relación a ellos no va bien.
Tenemos que entender que cuando estamos bajo la influencia de
nuestras emociones e inseguridades nos deterioramos enormemente. No
estamos interpretando las cosas con precisión y somos muy propensos a decir o
hacer cosas que podemos lamentar más adelante
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