“Un día de estos lo dejo todo y me voy”
“A ver si un día me animo y doy el salto”
Son sólo algunas de las frases con las que te autoconvences de
que con visualizar un cambio y desearlo es suficiente para conseguirlo. La
realidad es que estos mensajecitos son un freno a tu presente, una prórroga que
renuevas para seguir estancado sin el menor esfuerzo.
“A veces la diferencia entre querer ser feliz y
serlo estriba en pasar de tener deseos a formularse objetivos”
Mientras “deseas” vives consolado con la fantasía de los sueños, con el
alivio inmediato que otorga el pensar “¡cómo de diferentes podrían ser las
cosas!” Por breves instantes, te metes de lleno en el cuento de la lechera,
creyendo que desear es cambiar.
Luego aterrizas en la cruda realidad y es tan distante tú “yo presente”
de tu “yo futuro” que te vienes abajo, posponiendo de forma condescendiente tu
viaje al cambio
.
Cada vez que simplemente deseas y postergas la acción, aumentas la
probabilidad de quedarte en la zona de confort, o lo que es peor involucionar.
Así que a partir de ahora, cuando te escuches eso de “ya si eso empiezo
mañana”, “el mes que viene me pongo con ello sin falta”, “no veo el momento de
comenzar con eso”, etc.; reconoce abiertamente que estás procrastinando.
Por el contrario, proponerte un objetivo es trazar un puente
entre el deseo y la acción. Cuando te marcas una meta, no esperas a que la
suerte, las circunstancias u otros te den el pistoletazo de salida,
sencillamente te comprometes contigo mismo a emprender a través de acciones
concretas.
Ponte un brazo en cabestrillo durante un par de semanas. Aunque no
tengas lesión alguna, deja de utilizarlo. En poco tiempo notarás cómo
verdaderamente te cuesta ejecutar hasta los más sencillos movimientos.
Todas las habilidades que tienes, pero que no pones en marcha desde hace
tiempo por pereza, estrés o desmotivación, van perdiendo espacio, fuerza,
funcionalidad y eficacia en tu vida. Si pospones el cambio, tus destrezas
dejan de actualizarse y se oxidan.
¿Conoces esa sensación incómoda, que puede tornarse en angustiante,
cuando vas aplazando una y mil veces algo que te demanda un esfuerzo
y una determinación que en ese momento no tienes?
Sí, pues entonces sabrás que las asignaturas pendientes se
convierten en poderosas acosadoras: se presentan continuamente para
hacerte sentir culpable por lo que hoy ya “deberías” tener, ser o
hacer.
Dilatar en el tiempo una acción puede evitarte la confrontación a corto
plazo, sin embargo a medio plazo la ansiedad llamará a tu puerta para
restregarte los motivos por los que no te sientes orgulloso de ti mismo.
¿Quieres decidir por ti mismo, sentirte agente activo de tu vida y tener
cierto control sobre los acontecimientos? Entonces apostarás, sin duda,
por encargarte hoy de afrontar el aquí y el ahora.
Cualquier pequeña acción propia presente, por difícil que te resulte, te
hará sentir infinitamente más satisfecho que miles de deseos glamurosos
lanzados cual monedas a la fuente del mañana.
Si decides cambiar mañana, tal vez no estés decidiendo plenamente, pues
el día X podrás encontrarte reaccionando a duras penas a las decisiones que
otros o el destino tomaron por ti.
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