Cuando
hablamos de trascender lo hacemos desde la óptica que solo se adquiere cuando
hemos experimentado en carne propia, o mejor dicho, cuando logramos traspasar
la barrera que cual si fuese una imaginaria “ley de gravedad” nos mantiene
aprisionados a lo mediato, cuando pretendemos “burlar al esfuerzo” utilizando
los atajos tentadores de nuestra imaginación la cual “es seducida” sutilmente
por la alucinación que confunde nuestros objetivos.
Trascender
es mucho más que imaginar, significa romper toda barrera, descorrer los velos
de lo “socialmente admitido” e internarse en senderos desconocidos donde solamente
encontraremos la asistencia “dentro de nosotros mismos” hasta poder saborear el
agua pura de la vida en la fuente inagotable de lo trascendente.
“Definimos
el "sentido de trascendencia" como la capacidad de un ser humano para
una forma de experiencia y conciencia, es decir, para experimentar (acto
hermenéutico simultaneo de interpretar, sentir y vivir) su vida -o actos de la
misma- como parte de una totalidad más amplia, en el contexto cual ésta cobra
un significado de misión, y de la cual brota un sentido de responsabilidad, pero
también de armonía, de paz y de entusiasmo. La experiencia de la trascendencia
implica en primer lugar el reconocimiento de que nuestra vida plena se inserta
en procesos más amplios en espacio y tiempo a la luz de los cuales adquiere sentido de dirección, goce y liberación.
El
sentido de trascendencia confiere un significado a la vida, frente a la mera
casualidad o el absurdo. Permite pensar que la vida individual es parte de una
trama o plan o propósito. Nos da con ello la esperanza de que
podemos esperar un mundo mejor, que es posible librarse del mal voluntario, de
que nuestros esfuerzos por lograrlo no serán en vano.
El
sentido de trascendencia permite experimentar un estado de conexión, es una experiencia de ser, de pertenecer
y de cuidar. Es sensitividad y compasión, gozo y esperanza. Es la armonía entre
la vida más interna y la vida exterior, o la vida del mundo o del universo. Es
la creencia en la vida humana como parte del eterno torrente del tiempo, de que
cada uno de nosotros vino de algún sitio, y está destinado a algún sitio.”
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Hugo W. Arostegui
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