Lo que nos queda, si pretendemos que algo permanezca en nosotros,
es lo que entiendo es lo más valioso que podamos obtener, me refiero a la
satisfacción que nos invade cuando logramos comprender que hemos tenido la
oportunidad de dar, y no simplemente ofrecer, a quien ni siquiera hemos visto
jamás,
La oportunidad de compartir el fruto de nuestra creación, lo que
no permitiríamos que fuese catalogado como una simple cosa cualquiera, pues en
nuestro fuero íntimo, es como dar parte de nuestro propio ser, algo maravilloso,
que ha visto la luz, surgiendo de nuestras entrañas, como si fuese un parto de
lo que hemos engendrado en esa relación donde la inquietud de nuestra mente se
encuentra con la genialidad de nuestro intelecto, eso, amigo/a lector/a, eso es
lo que nos queda.
Algunos pueden llegar a pensar que no deberíamos permitir que
nuestra mente tomara cuenta de nuestros actos, que quizás fuese bueno someterla
a algún tratamiento que nos garantice su
cordura, pero tales sugerencias, a las cuales agradezco y valoro muchísimo,
cuando intentamos lograr cierto consenso en cuanto al mejor procedimiento a
realizar, nuestra mente nos recuerda una frase que nos deja sin argumentos “de
poetas y de locos todos tenemos un poco”
De manera que continuamos en nuestra senda de repiquetear las
teclas de nuestro ordenador y confiamos que “el disco duro” que custodia
nuestro intelecto no nos falle y que no nos vaya a pasar como suele pasar con
los vehículos usados ,(hablamos de un modelo 43) que deje de funcionar el pedal
de embrague y no podamos imprimirle la marcha a nuestro motor.
Confiemos
Hugo W Arostegui
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