Crecimos acostumbrados a que lo más democrático que poseíamos
todos los mortales era el aire a tal punto de que cuando una persona era una de
esas que vulgarmente la calificábamos “como que no servía para nada” al referirnos a ella agregábamos” este tipo está
vivo porque el aire es gratis."
Pues bien, esa tal gratuidad del aire pasa a ser una quimera, una
ilusión, en las “necesidades básicas” del hombre moderno.
Sin importar mucho, la latitud ni la época del año, lo evidente es
que para asegurar nuestro confort y estar acorde con “nuestro status” el aire
debe estar “acondicionado” tanto en nuestros hogares, lugares de trabajo,
centro de estudios, donde nos atiende nuestro “personal trainer” etc. etc. incluyendo
al transporte colectivo y por supuesto, nuestro propio automóvil.
Como puede apreciarse la gratuidad del aire se ha incorporado al
vastísimo campo de nuestras “ilusiones” haciendo sentir su “cruda realidad” en
las cuentas que por concepto de energía debemos pagar todos los meses.
Alicia continúa viviendo en “el país de las maravillas” y según
tengo entendido no es nuestra vecina.
Así es.
Hugo W Arostegui
No hay comentarios:
Publicar un comentario