Nos
desplazamos por el teclado de nuestro ordenador con la satisfacción de poder
realizar una tarea que nos hace introducir en los confines ilimitados de
nuestra mente tal como si fuésemos navegantes de una nave que surca raudamente
por la inmensidad del espacio.
Como
dijimos, nuestra tarea en el teclado comenzó incursionando en los confines de
nuestra mente y aquí estamos, aún conmovidos por la constatación de todo lo
trágico y absurdo que encontramos, la báscula que debería sopesar nuestras
acciones entre humanos, únicos poseedores de raciocinio,(según dicen) oscila de un extremo
al otro, a veces hasta violentamente, como los acontecimientos de este 14 de
julio, todo se parece a la letra de un viejo tango de Discépolo, titulado “cambalache” donde en la vidriera se pueden observar “ la
biblia junto a un calefón”
Este
14 de julio el mundo occidental y cristiano se ha conmovido al extremo, las
imágenes invadieron todos los hogares “conectados” mostrando la crueldad del
extremismo terrorista irrumpiendo en medio de los festejos en la linajuda
Francia y dejando un tendal de muertos y heridos entre hombres, mujeres y
niños, escenas que hieren nuestra sensibilidad y nos merecen el mayor rechazo
de toda la sociedad.
Pero,
volvemos a anteponer nuestro pero, si bien elevamos nuestra justa indignación por
lo sucedido y difundido por todo el planeta, nada se nos dice que
simultáneamente mueren víctimas de la violencia de los bombarderos, que nadie
ve, con sus hogares destrozados, condenados al exilio involuntario, como presas
de un brutal exterminio, miles de millones que anónimamente desaparecen sin
dejar rastros ni ser “captados” por las noticias que han perdido su condición
de tal, “noticias” por aquello que dice: “ojos que no ven, corazón que no
siente”.
Así
las cosas, seguiremos incursionando y tecleando
Hugo
W Arostegui
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