lunes, 3 de octubre de 2016

El Ombligo



Se suele decir de que el ombligo es lo único que tiene a una persona a su alrededor

Mientras el bebé se desarrolla en la panza de la madre, el feto está flotando en un fluido líquido que lo rodea y lo protege. Inmerso allí, el bebé no puede respirar o alimentarse por sí mismo, por lo que posee un tubo flexible unido a la zona del abdomen que le aporta oxígeno y los nutrientes esenciales y es el principal lazo que lo une con la madre.

El ombligo marca el punto en el que el cordón umbilical estaba unido al bebé. Cuando el bebé nace y se larga a llorar, eso significa que el niño ya puede respirar por sí mismo. También luego podrá alimentarse de la leche de su madre y evacuar por sí mismo, por lo tanto, ya no necesita el cordón umbilical.

Es allí que el médico procede a cortar el cordón, lo que deja en el abdomen la cicatriz que luego se convertirá en el ombligo y que permanecerá en su cuerpo durante toda la vida. 

Dado que el ombligo es una cicatriz y básicamente se define por el modo en que se corta el cordón umbilical o las circunstancias puntuales de ese momento (pueden quedar restos de tejido de la cicatriz) y no por la genética, el ombligo puede tener diferentes formas y tamaños.”

No obstante todo lo que podamos mencionar acerca del ombligo, lo cierto es que una vez que nacemos y somos declarados y aceptados como una criatura humana, si algo verdaderamente inútil tenemos en nuestro cuerpo es sin duda alguna el ombligo.

Ahora bien, a pesar todo lo que se diga sobre la inutilidad del ombligo, justo es que reconozcamos , nos referimos al ombligo claro, que es un ejemplo de equidad y de espíritu democrático pues a lo largo de la historia toda persona tiene su propio ombligo y no hace distingos en clases sociales, credos ni razas, es tan humilde y recatado que no tenemos noticias de que alguien haya difundido una selfie de su ombligo o que existan certámenes para coronar al “ombligo más lindo y elegante del mundo”

Reconocer virtudes es una característica que nos enaltece como humanos y creo que nuestro ombligo se lo merece.


Hugo W Arostegui

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