En un ámbito donde coexisten y se interrelacionan seres humanos,
que como sabemos y aceptamos, somos seres únicos e irrepetibles, suena
entendible que la convivencia entre humanos. La cual resulta vital e
irrenunciable, deba admitir la convergencia y las oportunidades de realización
personal de todos y cada uno sin exclusiones de ningún tipo.
No es posible pretender “cortar con la misma tijera” ni forzar
“unanimidades” porque la sola mención de humanidad implica aceptar que “todos
somos diferentes” de forma tal que nuestras posibilidades de realización
personal sólo puede entenderse en un escenario donde podamos garantizar el
pleno desarrollo de “nuestras diferencias”
“Nuestras diferencias nada tienen que ver con una fosa que
separe, sino que se asemejan más bien a los guiones que unen y complementan.
¿Qué sería del rojo sin el verde, del amarillo sin el azul…? Cada tonalidad
completa el mosaico de la humanidad y le confiere toda su belleza. Nada es más
bello que una persona asentada en la autenticidad, sin máscara ni artificio, a
la vez fuerte y vulnerable. Toda diferencia es un regalo para quien sabe
apreciarlo en su justo valor.
La diferencia implica, pues, respeto, tolerancia y no-juicio.
Para que pueda iluminarnos, no necesita ser comprendida ni analizada, sino solo
acogida cual semilla, a fin de que pueda germinar. Relacionarnos con la
diferencia es ponerse a sí mismo en entredicho permanentemente, la mejor forma
de no atascarse en la rutina y en los tópicos que llueven por doquier. Nuestras
diferencias nos recuerdan, a cada instante, que ninguna verdad es absoluta.
Si bien no puedo adherirme a la noción de partidos políticos y
religiosos, me divierto escuchando sus discursos. Aun cuando tengan que ver a
menudo con la manipulación o la toma de poder, sus palabras me enriquecen con
una mirada distinta, que me permite percibir mejor el engranaje que mueve a la
humanidad. Nunca desestimo tajantemente las palabras de un líder político o
espiritual porque su etiqueta no me atraiga. Intento, al contrario, captar lo
que se oculta detrás del discurso. De esta forma, sus palabras me esclarecen,
en lugar de exasperarme o contrariarme.
Allí donde algunos solo ven sombra, yo disfruto buscando la luz
que la sombra disimula. Cuando nos preocupamos por mirar con el corazón, todas
nuestras diferencias se borran, puesto que estas solo son apariencias. Detrás
de nuestro color de piel, de nuestras costumbres, de nuestros condicionamientos
y de nuestras heridas brilla una misma luz: la de la vida. Ver más allá de las
apariencias equivale a desactivar cualquier posible conflicto o lucha que pueda
dividir a la humanidad.
Nuestras diferencias son todos los puentes que franquean la vida
ilusoria que nos separa de la unidad.” https://a-baechler.net/es
Sean pues nuestras aparentes diferencias la motivación que
nos impulse a dejar un rastro bien visible de nuestro paso por la vida marcando
un horizonte al cual orientar a las futuras generaciones de humanos que sepan
complementarse en sus singulares diferencias.
Hugo W Arostegui
No hay comentarios:
Publicar un comentario