Cuando una persona necesita
alguna de las cosas que utiliza en su indumentaria, digamos, por ejemplo, de un
nuevo par de zapatos, lo que hace es concurrir a una zapatería probarse los que
más le gusten, y si todo concuerda con sus aspiraciones y con su poder
adquisitivo, bueno sale de la zapatería con un par de zapatos nuevos.
Hay veces que cuando se trata de
evaluar todo lo que pensamos que nos pertenece, utilizamos el mismo criterio
que cuando observamos nuestros zapatos,
miramos las vidrieras, nos probamos el que más nos guste y listo,
cambiamos nuestros zapatos, pero resulta que existen algunas cosas que no son
una mera mercadería sustituible y me refiero a los que defino como “los
recursos naturales” con que nos ha dotado, digamos, “la madre naturaleza”
Cuando nacemos estos llamados “recursos
naturales” están ya incorporados a nuestra persona y a medida en que los “vamos
descubriendo” nos damos cuenta que eso es lo que somos, formarán mientras dure nuestra existencia parte esencial
en todo lo que aspiremos alcanzar, de nada nos valdrá identificar a los
responsables de lo que somos y aunque nos gusten o nos disgusten, para nuestro
bien y para la preservación de nuestra “salud emocional” deberemos aceptarnos y
querernos como el “todo” que consolida nuestra personalidad.
Es probable que esta sea la tarea
sobresaliente de toda nuestra vida, descubrirnos, saber quiénes somos, aprender
a valorarnos y aceptarnos tal como hemos venido al mundo.
Debemos estar dispuestos a
cumplir con el propósito de nuestra existencia la cual, como si fuese una joya
de incalculable valor, estará por siempre ensamblada como solo puede estarlo
una estrella con el firmamento.
Hugo W Arostegui
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