Hay ciertas ocasiones en
las cuales nos sentimos inclinados por asumir una postura que nos permita el
trazado de líneas de acercamiento con aquellas personas que por una razón u
otra se encuentren atravesando situaciones a las que consideramos que necesitan
de nuestra aproximación solidaria.
Ahora, cuando nos referimos
concretamente al hecho de pretender adoptar una “aptitud condescendiente” sería
muy bueno tener en cuenta ciertas consideraciones pues la condescendencia no
debería ser utilizada, digamos, livianamente, quien recurra a tal
procedimiento, el de ser condescendiente, deberá contar con un sólido criterio,
pues no se trata de “ver lo que le pueda estar pasando a este” la aplicación de
la condescendencia nos puede resultar como una “espada de doble filo” si lo que
nos induce es una forma indirecta de mostrar “cuan superiores podemos ser con
tales personas, estaríamos muy lejos de demostrar el grado de empatía que nos
embarga.
“Condescendiente es la
persona que condesciende o que lleva acabo un acto de condescendencia. Tal como
lo dice su nombre, la idea de condescendiente supone que la persona efectúa una
acción de ponerse al nivel del otro, tratando de empatizar con sus conflictos y
sentir de manera honesta y real la pena o el sufrimiento que el otro siente
para poder acompañarlo en tal situación. La condescendencia puede hacerse por
gusto, es decir, en situaciones en las que el que actúa como condescendiente
también se ve beneficiado, pero también por bondad o por altruismo, a modo de
hacer sentir al ser querido que se lo acompaña y entiende. Así, la
condescendencia tiene mucho que ver con la empatía, otro sentimiento muy
similar.
Sin embargo, en muchos
casos la idea de condescendiente también puede tener un aspecto negativo que
tiene que ver con la idea de que actúa a partir de la lástima hacia el otro, lo
cual nos habla de una cierta sensación de superioridad del que lleva a cabo la
condescendencia hacia aquel que sufre. En este sentido, la frase "no seas
condescendiente conmigo" significa justamente esto, es decir, una persona
que siente que el otro se está tratando de poner en su lugar pero desde un
lugar artificial, desde la lástima y desde la superioridad que lo puede
caracterizar en ese momento o circunstancia específica.”
En nuestro fuero íntimo
residen los atributos que nos habilitan para ejercer con total eficacia el
debido tratamiento que nuestro espíritu solidario nos indique y confiamos de
que podamos aplicarlos en beneficio de toda la comunidad.
Hugo W Arostegui
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