El acceso a la información con la que contamos
actualmente nos permite obtener el conocimiento básico necesario como para que
podamos “estar en contacto” con la realidad social en la cual deberíamos estar
insertos.
Cuando digo deberíamos estar
insertos es porque resulta más que evidente que integramos una sociedad donde
algunos hemos podido insertarnos en el quehacer colectivo y otros (según las últimas encuestas
divulgadas una persona cada tres) que no logran una adecuada inserción y
permanecen en condición de excluidos de todas las oportunidades que nuestra
sociedad debería proporcionarles.
“En Sociología se
habla de excluido o de exclusión social para referirse a aquellas personas o
grupos de ellas que no pueden gozar de los derechos que otorga la comunidad que
integran, pues no se les ha ofrecido igualdad de oportunidades o no pudieron
aprovecharlas.
Son aquellos que
no tienen acceso a la educación, al trabajo, a la vivienda
digna, a los servicios de salud, derechos imprescindibles y que hacen a la dignidad humana.
Muchos viven en
lugares donde no llegan los servicios de agua potable o la red cloacal, ni hay ningún tipo de
servicio asistencial; otros a pesar de vivir en las grandes urbes, no cuentan
con los medios económicos necesarios para acceder a los servicios esenciales”.
Resulta claro que
cuando mencionamos la palabra exclusión corremos el riesgo de irritar
sentimientos localistas de algún determinado sector social que nos salga al
paso argumentando que lo que decimos responde a una postura tendenciosa o
desinformada o que nos motivan
“intereses espurios de vaya uno a saber quién o quienes los impulsan.
Hay un proverbio
que reza: “a quien le quepa el sayo que se lo ponga” de manera que dejamos a
consideración del sólido y democrático criterio de cada uno determinar en el
acierto o en el error la adopción de las medidas que se estimen pertinentes con
la finalidad de asegurar una correcta integración social en la cual no nos
sintamos excluidos.
Hugo W Arostegui
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