El que podamos compartir
lo poco que tengamos con todos aquellos que por razones que no vienen al caso
ni nos corresponde averiguar, golpean a nuestra puerta en procura de nuestra
solidaridad, nos sitúa en una posición
de privilegio que debería doblar nuestras rodillas y despojarnos de toda
altivez para comprender y agradecer las oportunidades que nos da la vida para
que el estado de cosas por la cual transitamos nos permita extender nuestras
manos en un gesto de generosidad para quienes nos necesitan y solicitan nuestra
ayuda.
“La generosidad puede
ser entendida como una de las virtudes y características más puras y nobles del
ser humano ya que implica siempre acceder a ayudar o asistir a otro que lo
necesita de manera voluntaria y sin que nadie fuerce a nadie. La generosidad,
al mismo tiempo, puede suponer entrar en una situación de menor confort o
comodidad a la hora de mejorar la situación de otro, por ejemplo cuando se
donan diferentes elementos que son de uso común para una persona pero que son
más necesarios para otra.
Hay diversas maneras de realizar actos de generosidad, ya sea donando tiempo, objetos, dinero o cualquier tipo de asistencia o contención. En este sentido, uno puede ser generoso en diferentes espacios, situaciones y momentos, tanto de manera organizada y preestablecida (por ejemplo, cuando se forma parte de una organización caritativa) o en la vida cotidiana, de manera espontánea y repentina (como por ejemplo cuando se ayuda a cruzar la calle a un anciano o no vidente).
Lo opuesto de la generosidad y del altruismo es el egoísmo, aquel rasgo que se basa en la extrema importancia dada a uno mismo por sobre los demás. Si bien las sociedades actuales muestran un alto índice de egocentrismo e individualismo (causado por el interés en lo material y en la satisfacción de las necesidades propias), también hay significativas muestras de solidaridad que pueden expresarse en eventos específicos (ante una catástrofe) o en hechos simples de la vida cotidiana.”
Hay diversas maneras de realizar actos de generosidad, ya sea donando tiempo, objetos, dinero o cualquier tipo de asistencia o contención. En este sentido, uno puede ser generoso en diferentes espacios, situaciones y momentos, tanto de manera organizada y preestablecida (por ejemplo, cuando se forma parte de una organización caritativa) o en la vida cotidiana, de manera espontánea y repentina (como por ejemplo cuando se ayuda a cruzar la calle a un anciano o no vidente).
Lo opuesto de la generosidad y del altruismo es el egoísmo, aquel rasgo que se basa en la extrema importancia dada a uno mismo por sobre los demás. Si bien las sociedades actuales muestran un alto índice de egocentrismo e individualismo (causado por el interés en lo material y en la satisfacción de las necesidades propias), también hay significativas muestras de solidaridad que pueden expresarse en eventos específicos (ante una catástrofe) o en hechos simples de la vida cotidiana.”
Siempre habrá un espacio
más en nuestra canasta de alimentos, un plato más en nuestra mesa, un abrigo,
ropa que ya no usamos, alguien que nos ayude a cuidar de nuestro jardín, etc.
La actitud generosa para
ser genuina debe “estar presente” en cada una de nuestras acciones, si lo que nos motiva es la
consecuencia de un “impulso fugaz” que cual si fuese una centella luminosa que
rápidamente cursa y se pierde en el firmamento de nuestra indiferencia, poco y
nada lograremos, la generosidad es un valor que se manifiesta a dos puntas,
reconforta a aquel que “puede dar” y alivia las carencias de “quien recibe”
Hugo W Arostegui
No hay comentarios:
Publicar un comentario