Nos hemos tomado unos días de merecidas vacaciones durante los cuales
haremos todo lo posible por “desconectarnos “bajar un cable a tierra que
compense de algún modo el recalentamiento de nuestras neuronas las cuales en
principio no abundan ni mantienen una adecuada condición de mantenimiento.
No obstante una cosa es lo que pretendemos hacer y otra lo
que las circunstancias nos permitan realizar, no podemos omitir de que en esto
de “tomar decisiones” no estamos solos en el asunto, convivimos desde hace
mucho tiempo, demasiado diría yo, nosotros y lo que podríamos definir como
“nuestras costumbres” las que a esta altura de los acontecimientos cuentan con
hábitos tan arraigados que difícilmente estén dispuestas, nuestras costumbres,
claro, a desprenderse voluntariamente de
hacer todo aquello que se les dé la gana.
Una clara demostración de esto que decimos es que el “desenchufe” proyectado
aparentemente no incluye el poder prescindir de nuestros habituales “encuentros
con el teclado de nuestra pc” mediante los cuales intentamos hilvanar algunas
frases que pudieran de algún modo lograr ciertos grados de coherencia expresiva
como para que podamos tomar la
atribución de exhibirlos como una “expresión literaria”.
De manera que continuamos con nuestra tarea de teclear las
letras de nuestro computador con la misma vehemencia conque lo haría un
compositor sobre las notas de su instrumento con la única diferencia de que
ahora no nos agobian exigencias de horarios o de multitud de tareas pendientes
de ejecución, estamos libres de la rutina, se puede decir de que por unos pocos
días declaramos nuestra independencia al
servicio obligatorio, eso sí, continuamos
convocando a las palabras para disfrutar juntos de unas merecidas
vacaciones
.
Lo que sentimos, nuestras experiencias de vida, así como los
latidos de nuestro corazón no se detienen, son un fluir constante, un manantial
que se renueva así mismo brotando desde las mismas entrañas del alma.
El día, si es que llega ese día, en que sintamos que no
tenemos nada más para decir, seguramente ese día, sin duda alguna, estaremos
rematadamente muertos.
Hugo W Arostegui
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