En este hermoso día de febrero que estamos compartiendo
seguramente ocurren cosas que nos involucran a muchos de nosotros, de no
ocurrir así, algo deberá ser corregido, pues nadie puede de motu proprio, “tirarse al costado del camino” y dejar que
la vida continúe como si tal cosa, como si lo que hagamos, o lo que resulta
peor, dejemos de hacer, no tuviera ninguna relevancia en el quehacer diario.
La vida continúa con o sin nosotros, quien nada hace
simplemente no existe, la vida se le escurre como se escurre la arena entre
nuestros dedos, pensar en una “automarginación”
voluntaria de lo mucho que podemos y debemos aportar es un derroche
inconsciente de las “muy pocas
oportunidades” que podamos encontrar para poder integrarnos al accionar
conjunto, nuestra vital inclusión a la “vida en sociedad” en la comunidad que
integramos.
El cúmulo de los días como el de este primer día de febrero
es el que constituye “la existencia humana” un regalo invalorable en el cual no
se nos requiere retribución alguna, malgastar estas oportunidades, demuestran
el grado de ingratitud y de ceguera existencial que no solamente nos excluye
como individuos sino que, además, nos condena a continuar vegetando sumidos en
la ignorancia.
Hugo W Arostegui
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