miércoles, 8 de febrero de 2017

Ser Iconoclasta



Al hacer una profunda revisión de todo aquello que ha significado a nuestro entender una consecuencia propia de las maniobras utilizadas, digamos de paso burdas maniobras, con la intensión de someter a sus intereses y voluntad de conquista a todo aquel que osara siquiera poner en tela de juicio la férrea imposición de una liturgia con cuyas imágenes se pretendía implantar en el imaginario colectivo  con la finalidad de extirpar todo vínculo existente con sus raíces ancestrales.

Un iconoclasta, en su sentido original, es una persona que se opone al culto de imágenes sagradas.

De allí que, etimológicamente, la palabra, proveniente del  griego εἰκονοκλάστης (eikonoklástes), signifique ‘rompedor de imágenes’.

El primer momento en que se registra una querella iconoclasta en la historia data del siglo VIII, en el Imperio bizantino, cuando, por resolución del emperador León III el Isáurico, se prohibió el culto de las imágenes religiosas de Jesuscristo, la Virgen María y otros santos católicos. La crisis que esto provocó fue tal, que los iconoclastas declararon una suerte de estado de guerra contra las imágenes cristianas, y perseguían a quienes las veneraban, los llamados iconódulos.

La prohibición, no obstante, se levantó en el concilio ecuménico de Nicea, en 787.
Otra etapa particularmente significativa de la iconoclasia fue la que se vivió durante el proceso de la conquista en América, donde las imágenes que adoraban los aborígenes americanos fueron destruidas para ser remplazadas por las impuestas por la religión católica, y los aborígenes obligados a convertirse al cristianismo.

Hoy en día, por su parte, se reconoce como iconoclasta a aquel individuo que rechaza las normas y las tradiciones, que va a contracorriente de las convenciones sociales y de los modelos estatuidos.

En este sentido, el iconoclasta es una persona que reacciona críticamente a su realidad, de actitud controversial y revolucionaria.

Las vanguardias artísticas de comienzos del siglo XX, por ejemplo, fueron movimientos iconoclastas en el sentido de que enfrentaron críticamente el canon artístico que los precedía y procuraron una profunda transformación, a nivel de formas y procedimientos, en las prácticas del arte.

Pensamos que considerando la enorme difusión de los acontecimientos relacionados con nuestra historia universal, no es necesario abundar con mayores detalles, la evolución de la tecnología en el área de la informática, entre todas sus posibilidades permite un rápido acceso a todo lo relacionado con este tema, quien tenga la voluntad de investigar o escudriñar en detalle sobre un asunto tan controvertido como el expuesto seguramente encontrará las respuestas que puedan satisfacer sus particulares inquietudes.

Hugo W Arostegui



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