Se
suele decir que el recurso de la mentira como “medio de presentación” de
nuestra imagen pública, método que pareciera contar con muchos adeptos, es una
forma de divulgación que no se sostiene en el tiempo pues como se suele decir en
el refranero popular “la mentira tiene patas cortas”
“A
veces viene bien recordarles a los
demás o hacerles saber que su comportamiento resulta un tanto falso e
hipócrita, sin alterar el ecosistema de una red social.
Los cárteles son
la forma más indirecta de dejar escapar nuestros pensamientos sin
tener que enfrentarnos a su destinatario.
Si es
en una red social como Facebook, bien pueden etiquetarse, pero una enemistad
con alguien siempre tiene consecuencias, sobre todo entre
amigos. Muchos también opinan que eso es de cobardes, juzga tú mismo o tú
misma, cada una sabe lo que hace, lo que quiere, lo que necesita.
Las formas
directas son las más razonables, o sea, decirlo cara a cara y dejan
desnuda cualquier defensa, pero siempre hay que hacerlo en presencia de testigos porque
la mentira tras una disputa en la que tienes razón puede distorsionar la
realidad, una herramienta básica que vimos en el post de cómo detectar a un
mentiroso”.
Los
que vivimos en comunidades relativamente
pequeñas aunque hoy en día se dice que “el mundo es un pañuelo” que bien puede
caber en un puño, conocemos y tenemos muy en cuenta todo aquello que nos
advierte: “pueblo chico infierno grande” claro que ahora con las “nuevas cajas
de resonancia” de las redes sociales, tenemos otra posibilidad de “darnos a
conocer” y tratar de “vender la falsedad de una imagen”.
Cuando
estas cosas ocurren todo mentiroso sabe que estemos donde estemos, aunque inútilmente
“nos mimeticemos” la realidad pondrá de manifiesto nuestra verdadera identidad,
no somos tantos y en muy poco tiempo “nos conoceremos todos”
Hugo
W Arostegui
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