“La concentración de
carácter mental, por otra parte, es el proceso de la mente que
consiste en centrar voluntariamente la atención sobre
un objetivo. A través de la concentración, la persona deja momentáneamente de
lado todo aquello que puede interferir en su capacidad de atención.
En este caso, por ejemplo, hay que decir que muchos son los
profesionales que requieren desarrollar la concentración para poder llevar a
cabo su trabajo. Así, en el caso del mundo de espectáculo hay artistas como
magos, mentalistas o trapecistas que necesitan de la citada concentración para
realizar sus números y de esta manera conseguir que ellos salgan tal y como
desean, lo que hará que el público asistente quede gratamente sorprendido.
Cabe resaltar que la concentración resulta vital para el aprendizaje (la
adquisición de nuevos conocimientos), la precisión en la ejecución de
movimiento y la puesta en marcha de una estrategia. Los deportistas, por
ejemplo, deben estar concentrados para enfocarse en sus acciones”
El ser humano ha perdido su capacidad de concentrarse por el
uso excesivo de nuevas tecnologías.
¿Tiene uno de esos días en los que no se puede concentrar?
En cierto momento está inmerso en una actividad y al siguiente está escribiendo
a sus amigos en un grupo de chat o poniéndose al día en los últimos chismes de
la farándula, incluso, viendo videos virales de animales.
Expertos piensan que nuestro cerebro no está preparado para
el rápido y creciente bombardeo de distracciones digitales, lo que nos deja con
una sensación de lentitud y, en última instancia, nos hace menos productivos.
A lo que nos estamos enfrentando es a un problema del siglo
XXI. Hoy en día, la tecnología domina toda nuestra vida mientras estamos
despiertos, y esto viene con un costo cognitivo.
Un estudio realizado en Canadá por Microsoft, en 2015,
reveló que en promedio el intervalo de atención de los humanos bajó de 12
segundos a finales del siglo pasado a 8 segundos con el nuevo milenio. Esto es
menos de lo que puede aguantar un pez dorado.
Expertos consideran que esto no se debe a que nos estemos
haciendo menos inteligentes, sino que ahora desempeñamos múltiples tareas. De
hecho, hay quienes aseguran que la multifuncionalidad no existe.
Sencillamente cambiamos nuestra atención de una tarea a otra
extremadamente rápido, algo que podría tener consecuencias serias en el
funcionamiento de nuestro cerebro.
Cuando variamos de una actividad a otra, nuestro cerebro
utiliza glucosa oxigenada, y en la medida en que esa fuente se agota, nos
quedamos con una sensación de somnolencia y desorientación.
Como resultado, se
libera la hormona cortisol del estrés. “Esta no es la mejor condición en la que
puede estar uno a la hora de tomar decisiones”, dice Greg Foot, presentador de
programas de ciencia de BBC.
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