jueves, 16 de febrero de 2017

El Momento En Que Tú Decides


Es muy fácil odiar al mundo, no te tienes que esforzarte del todo, te tropiezas un par de veces, te equivocas, tu amor no es correspondido, te peleas con tu amigo.

Y crees que el mundo lo hace todo a propósito para atormentarte, que te debe todo y que no te da nada.

Empiezas a filosofar que ya lo has entendido todo, que el mundo es nada, son tan solo un par de eventos entre el nacimiento y la muerte, entonces dices:

“Aquellos que esperan ser felices son unos tontos, no entienden nada, el mundo es malévolo, lleno de injusticia”.

Y estamos aquí para sufrir, para decir al final de la vida: "Mira mis cicatrices. Fui muy infeliz y ahora merezco algo mejor".

Algunos creen que todo alrededor es un holograma; otros, que es un experimento alienígena.

No lo sé. Solo sé que no tengo otro mundo. Y qué bueno, porque me gusta este. ¿Sabes cuál es la gran ventaja? Que tú decides.

La vida en muchas ocasiones nos pone más de un camino para decidir.

En muchas ocasiones dichas decisiones son dolorosas y es muy difícil saber qué es lo que es más correcto hacer. 

No, no hay volados en la vida.

Solo hay poner en una balanza lo que perdemos y lo que ganamos… lo terrible es que a veces cuando todo parece indicar que ganamos, perdemos y viceversa.

Así pues, decidir qué hacer no es fácil, preguntar a otros es una manera de escucharse a uno mismo.

Decidir es tomar una responsabilidad, aunque duela, toda acción nos llevará a desencadenar una serie de consecuencias, procuremos entonces tomar una decisión, no la que sea, si no la que venga de una profunda reflexión.

Entonces ya sabes convivimos en sociedad con otras criaturas humanas que son tan imprevisibles  como lo podemos ser nosotros mismos, si bien nos podemos refugiar en un “encierro voluntario” decir  “que estamos en este mundo pero no somos del mundo” pero lo cierto es que nacemos para transformar y compartir las transformaciones.

Si piensas que tu vida y las vidas de aquellos que transitan por tu misma senda son un mundo en sí mismas, bien haces, pero estos mundos, el tuyo propio y el de cada uno de tus semejantes son mundos paralelos que mantienen su independencia e identidad pero que constituyen una constelación de iguales que deben tomar decisiones que les garantice la preservación de sus órbitas generando los espacios vitales donde actuar y decidir en armonía.


Hugo W Arostegui

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