Es muy fácil odiar al mundo, no te tienes que
esforzarte del todo, te tropiezas un par de veces,
te equivocas, tu amor no es correspondido, te peleas
con tu amigo.
Y crees que el mundo lo hace todo a propósito
para atormentarte, que te debe todo y que
no te da nada.
Empiezas a filosofar que ya lo has entendido todo,
que el mundo es nada, son tan solo un par de eventos entre
el nacimiento y la muerte, entonces dices:
“Aquellos que esperan ser felices son unos tontos,
no entienden nada, el mundo es malévolo, lleno
de injusticia”.
Y estamos aquí para sufrir, para decir al final
de la vida: "Mira mis cicatrices. Fui muy infeliz y ahora
merezco algo mejor".
Algunos creen que todo alrededor es un holograma; otros,
que es un experimento alienígena.
No lo sé. Solo sé que no tengo otro mundo.
Y qué bueno, porque me gusta este. ¿Sabes cuál es la gran
ventaja? Que tú decides.
La vida en muchas ocasiones
nos pone más de un camino para decidir.
En muchas ocasiones dichas
decisiones son dolorosas y es muy difícil saber qué es lo que es más correcto
hacer.
No, no hay volados en la vida.
Solo hay poner en una balanza
lo que perdemos y lo que ganamos… lo terrible es que a veces cuando todo parece
indicar que ganamos, perdemos y viceversa.
Así pues, decidir qué hacer
no es fácil, preguntar a otros es una manera de escucharse a uno mismo.
Decidir es tomar una
responsabilidad, aunque duela, toda acción nos llevará a desencadenar una serie
de consecuencias, procuremos entonces tomar una decisión, no la que sea, si no
la que venga de una profunda reflexión.
Entonces ya sabes convivimos
en sociedad con otras criaturas humanas que son tan imprevisibles como lo podemos ser nosotros mismos, si bien
nos podemos refugiar en un “encierro voluntario” decir “que estamos en este mundo pero no somos del
mundo” pero lo cierto es que nacemos para transformar y compartir las
transformaciones.
Si piensas que tu vida y las
vidas de aquellos que transitan por tu misma senda son un mundo en sí mismas,
bien haces, pero estos mundos, el tuyo propio y el de cada uno de tus
semejantes son mundos paralelos que mantienen su independencia e identidad pero
que constituyen una constelación de iguales que deben tomar decisiones que les
garantice la preservación de sus órbitas generando los espacios vitales donde
actuar y decidir en armonía.
Hugo W Arostegui
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