Hacernos cargo de las consecuencias que pudiesen ocasionar
tanto nuestro accionar en sociedad como nuestra ausencia en la participación de
todo aquello ante lo cual se pudiera requerir nuestra presencia, nos sitúa en
la eventualidad de ser potencialmente responsables sea por la realización de
actos negativos o en la omisión de corregir aquellas acciones donde nos consta
que deberíamos asumir sus consecuencias.
“La responsabilidad es la habilidad del ser humano para medir y reconocer las consecuencias de un episodio que se llevó a cabo con
plena conciencia y libertad.
Por lo tanto, una persona responsable es aquella que
desarrolla una acción en forma consciente y que puede ser imputada por las derivaciones que dicho comportamiento
posea. De este modo, la responsabilidad es una virtud presente
en todo hombre que goce de su libertad.
Más exactamente podemos determinar que una persona que se
caracteriza por su responsabilidad es aquella que tiene la virtud no sólo de
tomar una serie de decisiones de manera consciente sino también de asumir las
consecuencias que tengan las citadas decisiones y de responder de las mismas
ante quien corresponda en cada momento.
Por ello, es necesario añadir que un elemento que tiene que
estar presente y que sin él es imposible hablar de responsabilidad es el de
libertad, pues esta es la que determina el que alguien pueda realizar cualquier
acción porque así lo estima oportuno o lo desea. Pero también es vital que
dicho individuo tenga también razón. Así, quien carece de raciocinio, como por
ejemplo un niño o un desequilibrado, no puede ser responsable de sus actos.
Muchas son las personas que carecen de esta virtud que, según
señalan los expertos, se hace más patente en personas que cuentan con otras dos
cualidades muy positivas. Por un lado, estaría la valentía y por otro la
humildad.
Y es que esta última es vital para que alguien que ha cometido un
error con sus actos carezca de orgullo para pedir perdón”.
Hugo W Arostegui
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