Hagamos lo que hagamos, aunque parezca una grosera
definición, la realidad siempre impone aquello que nos identifica, lo que no
puede ocultarse, es por eso que ante una hipotética pregunta que pretenda
interiorizarse en lo que pensamos que somos, la respuesta cae por su propio
peso somos lo que somos, así nomas, sin maquillajes ni aderezos.
“La esencia es aquello invariable y permanente que constituye la naturaleza de las cosas. El término
proviene del latín essentia, que a su vez deriva de un concepto griego.
Se
trata de una noción que hace referencia a lo característico y más importante de
una cosa.”
El escritor y aviador francés Antoine
de Saint-Exupéry escribió, en “El Principito”,
la famosa frase que señala que “lo esencial es invisible a los
ojos”.
Con estas palabras hace referencia a que aquello que
verdaderamente constituye a un ser no es su aspecto físico o su apariencia,
sino que la esencia está dada por los sentimientos.
En las últimas décadas, los seres humanos hemos
dado más y más importancia a la apariencia física y a las posesiones
materiales, descuidando nuestras raíces culturales y naturales. Estamos
divididos en lindos y feos, en altos y bajos, en delgados y obesos, y cada vez
menos personas se esfuerzan por mirar más allá de estas etiquetas superficiales.
Los medios de comunicación nos venden
constantemente historias supuestamente románticas que comienzan cuando uno de
los dos integrantes de la futura pareja es deslumbrado por la belleza física
del otro, y se confunde el encantamiento con el amor, la superficie con el
contenido.
Hugo W. Arostegui
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