domingo, 2 de septiembre de 2018

La Prudencia

Por su significado, la prudencia habla de la capacidad de actuar con reflexión y precaución para evitar posibles daños. De esta forma, hablamos de algo que además de tener que ver con valores, tiene que ver con virtud y que es definitivamente conveniente para vivir y permitir a otros vivir en paz.

La prudencia se manifiesta de varias formas en nuestra vida, incluyendo la toma de decisiones, cuando hablamos y cuando actuamos.  Por eso, y como excelente recordatorio de algo que nos han enseñado, pero ocasionalmente olvidamos, a continuación hablamos de la prudencia en sus diferentes manifestaciones:

Prudencia al tomar decisiones:
Partiendo de la premisa de que la toma de decisiones siempre tiene un impacto personal y colectivo, nuestras decisiones prudentes o imprudentes tendrán consecuencias positivas o negativas. Del antiguo Egipto, existen imágenes sobre una serpiente de tres cabezas que representaba la prudencia y que sugería que para un hombre ser prudente debe mostrar la astucia de una serpiente, tener vigor, agilidad y paciencia. En la vida diaria, nos vemos tomando decisiones de índole material, donde debemos ser prudentes llevando buen control de nuestras cuentas y haciendo un análisis adecuado antes de cualquier gasto. Mediante un análisis correcto es posible, incluso, tomar riesgos, pero siempre de forma prudente. De igual forma, en el aspecto emocional, antes de entregar nuestra confianza o nuestro corazón, debemos ser prudentes y esperar a conocer, en la mejor medida posible, a la otra persona y dejar que ellos nos conozcan. Esto va a evitar decepciones y de hecho, evitará que invadan tu privacidad o te prestes a manipulaciones. Dicen los sabios que nunca debes permitir que las emociones dominen tu inteligencia y esto es, definitivamente, una excelente forma de expresar prudencia.

Prudencia al hablar:
Dice un viejo refrán “No hay mejor palabra que la que no se dice” y, el mismo Jesucristo, en Mateo 15:11 expresó: “No es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre”. En ambos casos, se nos recuerda que al hablar somos capaces de hacer daño, tanto si hacemos comentarios imprudentes, como si cometemos la imprudencia de hablar mal de alguien o de revelar algo que nos han confiado.
Para ser prudente al hablar, el mejor consejo a dar es saber escuchar, pero sobre todo, pensar antes de hablar. Ser imprudente al hablar puede hacernos herir personas, contar lo que no debemos, confiar en alguien que no lo merece o criticar algo o alguien…  

En cualquier caso, ser imprudente al hablar puede ser perjudicial para otros o para nosotros mismos.



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