¿Alguna vez has sentido
que quieres rendirte o dejar de hacer algo? ¿Cómo puedes desarrollar la fuerza
interna necesaria para alcanzar tus metas de largo plazo?
Resulta que la
firmeza de carácter — la perseverancia que nos mantiene andando — es
muchísimo más importante de lo que piensas. De hecho, es el mejor vaticinador
de éxito entre los cadetes de West Point.
De Drive: The Surprising Truth About
What Motivates Us (Impulso: La sorprendente verdad sobre lo que
nos motiva):
Lamentablemente, la
mayoría de la gente cede muy fácil a presiones, vengan de donde vengan, y ese
comportamiento, tan típico, tan solo fomenta abusos que más tarde se pagan muy
caros.
Esta situación la
vemos a diario en todas partes: el padre que falla en disciplinar a su hijo
porque le da pena castigarlo y se deja engañar por sus promesas vacías. El
bully que atormenta a sus compañeros de escuela porque le tienen miedo y
prefieren humillarse y hacer el ridículo antes que mostrar cualquier
resistencia (y mantenerla). El profesor que se aprovecha de su condición para
repartir favores a cambio de favores porque nadie se atreve a denunciarlo.
El jefe
que hace lo mismo. El que se refugia en la seguridad se deja atormentar de gente
"poderosa" y, a cambio de mantener su empleo, cede a cada capricho,
porque no tiene quien lo defienda. Ejemplos hay por montones.
El ser humano
es un ente complejo. No hay una posición uniforme en cuanto a lo que califica
de abuso. Tampoco la hay en lo califica de mantener la firmeza ante estas
situaciones, algo que a nivel coloquial le llaman "ponerse los
pantalones".
Hay gente que desde
las trincheras se comporta como todo un macho, por falta de una mejor palabra.
Sin embargo, a la hora de enfrentarse a la verdad, termina comportándose como
un ratón, con consecuencias negativas de alcance inimaginable en ocasiones. No
importa que sea hombre o mujer, estas cosas pasan en cada escenario posible,
con mucha más frecuencia de la que cualquiera imagina.
El no mantener una
posición firme tan solo engendra falta de respeto, y esa falta de respeto a la
larga se convierte en una serie de abusos que resultan muy difíciles de parar y
revertir. Una vez se muestra el lado suave, hay que prepararse, porque lo más
probable es que se busque siempre ese lado para salirse con la suya, sin
importar que vaya en detrimento de una o de miles o de millones de personas. El
abusador no repara en daños ni consecuencias, solo quiere lo cuyo, cueste lo
que cueste.
¿Por qué es
tan endeble el carácter de algunas personas? ¿Qué es lo que impide mantener una
postura con firmeza, sobre todo cuando se sabe que se tiene la razón? No hay
respuesta fácil para estas preguntas porque, bien lo dice el refrán, cada
cabeza es un mundo.
Todos tenemos
una forma de pensar que ha sido moldeada por la educación recibida, el entorno
en que nos desarrollamos, experiencias vividas e influencias externas. Lo que
para algunos está bien para otros está mal. Lo que para algunos está tan claro
que no requiere de explicación alguna para otros está tan enredado como una
madeja infinita. Lo que para algunos constituye un abuso para otros es fuente
de pena.
En algunas
instancias no importa lo que se piense ni importan las emociones.
Es en estos
casos en que se debe actuar con firmeza, exigir y hacer cumplir. Si no se hace
esto, entonces vienen problemas mayores y a largo plazo.
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