La cita de hoy nos avisa de que podemos estar enfrentándonos
a la vida de manera equivocada.
Muchas veces pensamos que, si somos “buenas
personas”, si somos amables y alegres, los demás no nos tomarán en serio o
pretenderán aprovecharse de nosotros. La sociedad, nuestros familiares y
amigos, nos avisan de que debemos ser duros, que hay que protegerse de los
demás, que si somos confiados nos harán daño.
Esto
hace que muchos de nosotros nos fabriquemos una coraza, que no dejemos ver
nuestros sentimientos y desconfiemos de los demás. Poco a poco, esta actitud
ante la vida nos convierte en personas desconfiadas, cerradas, tristes y
agresivas.
En resumen, cuando nos relacionamos con los demás, sobre todo con la
gente que no conocemos bien, estamos más predispuestos a sacar la espada que a
sonreír y, por supuesto, esto hace que la persona que tenemos enfrente
reaccione de una manera similar.
Sin
embargo, si lo pensamos durante un segundo, ¿no nos sentimos mejor y estamos
más predispuestos a escuchar o a ayudar a las personas que son amables y
abiertas y que nos recibe con una sonrisa? Entonces, ¿por qué no probamos a
hacer lo mismo? Una sonrisa es fácil, no nos cuesta nada y puede abrirnos
muchas puertas.
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