El término
“cortesía” procede de la Corte Real, donde se hacían bien las cosas. Una de sus
leyes fundamentales es la resistencia al primer impulso; alude a obviar
situaciones incómodas que provoquen una respuesta airada por nuestra parte a
favor del respeto y el saber estar, pero en ningún momento anula el carácter.
La cortesía honra a
quien la da y la recibe. Sin embargo, en ocasiones, se confunde con la
ingenuidad o la debilidad. Se puede y se debe ser cortés, pero eso no implica
aguantar boberías, simplezas o desconsideraciones.
En estos casos, es
necesario aplicar la “firmeza cortés”: hablar en serio, muy en serio, pero no
por eso perder los modales y educación.
Como bien dice un
dicho: “Lo cortés no quita lo valiente”. Esto quiere decir que la cortesía no
está reñida con la firmeza, sino que la refuerza. La “firmeza cortés”
impresiona muchas veces (pues no se espera que una persona especialmente
educada pueda expresarse de una forma radical), a veces hasta asusta, y si va
acompañada de buena educación y de respeto a la persona, demuestra comprensión,
energía y capacidad de mando o decisión.
Como estrategia y
estilo de comunicación, me permito reproducir la definición clara y simple que
da Wikipedia en Internet sobre la asertividad, la cual se diferencia y se sitúa
en un punto intermedio entre la agresividad y la pasividad (o no asertividad):
Cabe mencionar que
la asertividad es una conducta de las personas, un comportamiento. Por lo
tanto, la cortesía no se reduce, simplemente, a una forma de comportarse, es
una manifestación externa de nuestro carácter.
Es un estilo de
vida integrado en nuestra naturalidad que surge espontáneamente y que demuestra
un elevado respeto hacia la dignidad de la persona (incluyendo la nuestra). La
cortesía de ser justo, la cortesía del reconocimiento, la cortesía de
agradecer, la cortesía de reconocer tus errores y disculparte por eso, la
cortesía de agradar, la cortesía de prestar atención, etc., pero también la
cortesía con nosotros mismos de no aguantar sinvergüencerías,
desconsideraciones o irrespeto.
Cuando estemos
claros de que una persona cortés no es tonta, pasiva o cobarde, no
confundiremos el término.
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