lunes, 22 de junio de 2020

El Intelecto Maduro

La experiencia es un grado, eso es innegable, pero no es ni mucho menos el único elemento que marca la diferencia entre una investigación más y un gran hallazgo en una mente científica. 


Un estudio reciente demuestra que los científicos que realizan los grandes descubrimientos son cada vez mayores.

Las investigaciones realizadas hasta ahora apuntaban justamente hacia el lado contrario, especialmente en el campo de la física, y demostraban que los principales avances eran desarrollados por científicos jóvenes.

La edad de los premiados con el Nobel de Física se mantuvo baja durante el principio el siglo XX, en particular durante la emergencia de la mecánica cuántica a mediados de la época de 1930.

Sin embargo, basándose en un análisis histórico y bibliográfico de los ganadores del premio Nobel en Física, Química y Medicina entre los años 1875 y 2008, el investigador de la Universidad Estatal de Ohio Bruce Weinberg y su equipo han demostrado que alcanzar el éxito académico antes de los 30 era común en todas las disciplinas antes de 1905, pero cada vez ha ido resultando menos habitual.

Antes de esta fecha, dos tercios de los ganadores de este galardón en los tres campos tenían menos de 40 años, y el 20% no superaba los 30.

Pero desde entonces la dinámica ha cambiado y en el año 2000 ya apenas se daban casos de grandes logros científicos antes de los 30 en ninguna de estas materias. En física, concretamente, solo un 19% de los autores de grandes resultados eran menores de 40 años, y en química prácticamente ninguno. De hecho, actualmente la edad media de los laureados en física por la Academia Sueca es de 48 años. “Ahora muy pocos avances realmente relevantes se consiguen antes de los 30”, asegura Weinberg.

Brillantes a los 50
El aumento de la edad de oro del científico se debe a varios factores, entre ellos, a la necesidad de una carrera formativa cada vez más larga que retrasa el inicio de la carrera productora, según los investigadores.

Otro de los factores es la rapidez con la que avanzan los descubrimientos y las teorías científicas que, en muchos casos, desbancan a las anteriores y las dejan obsoletas. "Los físicos de principios del siglo XX citaban en sus artículos trabajos recientes, ya que la teoría cuántica era nueva”, relata Weinberg. “Por tanto, los científicos veteranos no tenían ventajas, pues su conocimiento (más completo) de la teoría anterior no era necesaria para hacer contribuciones importantes en ese campo”.

En casos como ése definitivamente la experiencia no sólo no es una ventaja, si no que puede lastrar la investigación. "Los físicos jóvenes de aquel tiempo (años 30) eran parte de una revolución en el conocimiento teórico. El desarrollo de la mecánica cuántica hizo que los viejos conocimientos resultaran menos importantes en las investigaciones”, describe Weinberg. “Los jóvenes lo podían hacer mejor, en parte porque no habían conocido los antiguos razonamientos y podían pensar de una manera nueva”, concluye.

La investigación de Weinberg dilapida los trabajos realizados con anterioridad, que solían hacer hincapié en las diferencias en la edad más creativa en ciencias de un campo a otro, asumiendo que era más o menos constante en cada una de ellas. “Se pensaba de manera general que los matemáticos y los físicos realizaban sus mejores trabajos en edades jóvenes, mientras que los científicos médicos y los historiadores lo hacían más tarde”, explica Weinberg.

“Hemos sido los primeros en observar que dentro de cada área hay cambios en el tiempo mucho más importantes que los que se observan de un área a otra, y que están asociados con variaciones de la edad del éxito”, asegura Weinberg.

Albert Einstein, que por cierto publicó su teoría de la relatividad a los 26 años, dijo una vez que “una persona que no ha hecho su gran contribución a la ciencia antes de los treinta nunca lo hará”. Obviamente, no contaba con la evolución de los conocimientos, los pensamientos, y las técnicas de estudio.



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