Actualmente se establecen muchos tipos de
relaciones sociales: de pareja, de amistad, de compañeros de trabajo, de
médico-paciente, de socios, etc.
Las relaciones de pareja y de amistad se basan en
el amor que se profesan entre ellos, ya sea un amor de pareja o amor entre
amigos, o entre una madre y su hija.
Las relaciones entre compañeros de trabajo ha de ser sincera y con
objetivos comunes, y cuanto menos, respetuosa y cordial. La relación
médico-paciente ha de ser abierta, sincera, igualitaria, respetuosa y afable,
ya que si esta relación no funciona, será muy difícil que el paciente sane y el
médico cure. La relación entre socios ha de estar basada en la plena confianza
entre dichos socios. Han de tener objetivos comunes, sacar una empresa hacia
delante, y sin que uno se sienta por encima o debajo del otro.
Casi todas las relaciones sociales, por no decir todas, tienen en común
muchos puntos, a saber: la confianza, el respeto, la igualdad, el tacto, la
sinceridad, etc.
Pero existe un tipo de relaciones sociales que parecen escapar a todo esto y regirse por unas normas o reglas diferentes. Cuando te conviertes en político, banquero o empresario del IBEX 35, entonces todo cambia.
Pero existe un tipo de relaciones sociales que parecen escapar a todo esto y regirse por unas normas o reglas diferentes. Cuando te conviertes en político, banquero o empresario del IBEX 35, entonces todo cambia.
El político con su aforamiento puede mentir, no respetar y robar con
total impunidad, porque se sabe protegido por el sistema. Por qué iba a dejar
de hacer lo que hace y dimitir, y olvidarse de dichos privilegios y
honorarios.
Yo contestaría que debería de hacerlo por ética e integridad moral, pero
hoy en día estos vocablos están en peligro de extinción porque no se ponen en
práctica, los jóvenes ni los van a conocer.
A algunos banqueros y empresarios solo les interesa el capital, mejor
dicho, el incremento del capital, y si han de engañar a unos pobres ancianos
con las preferentes, pues lo hacen, y si han de dejar en la calle a miles de
personas, pues que se queden en la calle. Si ese empresario tiene que pactar
con el diablo para que su empresa gane, pues pacta con el diablo sin mirar las
consecuencias que a la larga pueda traer al país, y a corto plazo, a las
personas en particular.
Todas las relaciones entre personas tienen defectos, porque las personas
los tenemos y no somos perfectos, pero hemos de intentar mejorar como
individuos para poder mejorar como grupo. Pero lo que está ocurriendo en este
país es de juzgado de guardia.
Se engaña, se estafa, se roba, se especula, se enchufa, se crean
empresas ficticias, se saca del país a espuertas, y si se les pregunta a dichos
individuos por sus acciones, con el mayor cinismo del que hacen acopio,
responden que eran ahorros que tenían, que ellos no han hecho nada ilegal o que
no saben o no entienden nada. Y se quedan tan anchos.
Y como todo se va destapando, se sienten amenazados, y ante esa amenaza
lo más fácil y socorrido es extender el miedo a lo desconocido, a lo nuevo.
Necesitamos savia nueva, una transfusión de sangre que nos ayude a salir
de esta, porque la indignación, el miedo y la enfermedad se están extendiendo
como la pólvora.
Necesitamos saber quiénes somos cada uno, y quiénes son cada uno de los
que nos dicen que quieren nuestro bien.
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