viernes, 26 de junio de 2020

Parece Costumbre


Actualmente se establecen muchos tipos de relaciones sociales: de pareja, de amistad, de compañeros de trabajo, de médico-paciente, de socios, etc. 

Las relaciones de pareja y de amistad se basan en el amor que se profesan entre ellos, ya sea un amor de pareja o amor entre amigos, o entre una madre y su hija.

Las relaciones entre compañeros de trabajo ha de ser sincera y con objetivos comunes, y cuanto menos, respetuosa y cordial. La relación médico-paciente ha de ser abierta, sincera, igualitaria, respetuosa y afable, ya que si esta relación no funciona, será muy difícil que el paciente sane y el médico cure. La relación entre socios ha de estar basada en la plena confianza entre dichos socios. Han de tener objetivos comunes, sacar una empresa hacia delante, y sin que uno se sienta por encima o debajo del otro.
Casi todas las relaciones sociales, por no decir todas, tienen en común muchos puntos, a saber: la confianza, el respeto, la igualdad, el tacto, la sinceridad, etc.

Pero existe un tipo de relaciones sociales que parecen escapar a todo esto y regirse por unas normas o reglas diferentes. Cuando te conviertes en político, banquero o empresario del IBEX 35, entonces todo cambia.


El político con su aforamiento puede mentir, no respetar y robar con total impunidad, porque se sabe protegido por el sistema. Por qué iba a dejar de hacer lo que hace y dimitir, y olvidarse de dichos privilegios y honorarios. 

Yo contestaría que debería de hacerlo por ética e integridad moral, pero hoy en día estos vocablos están en peligro de extinción porque no se ponen en práctica, los jóvenes ni los van a conocer.

A algunos banqueros y empresarios solo les interesa el capital, mejor dicho, el incremento del capital, y si han de engañar a unos pobres ancianos con las preferentes, pues lo hacen, y si han de dejar en la calle a miles de personas, pues que se queden en la calle. Si ese empresario tiene que pactar con el diablo para que su empresa gane, pues pacta con el diablo sin mirar las consecuencias que a la larga pueda traer al país, y a corto plazo, a las personas en particular.

Todas las relaciones entre personas tienen defectos, porque las personas los tenemos y no somos perfectos, pero hemos de intentar mejorar como individuos para poder mejorar como grupo. Pero lo que está ocurriendo en este país es de juzgado de guardia. 

Se engaña, se estafa, se roba, se especula, se enchufa, se crean empresas ficticias, se saca del país a espuertas, y si se les pregunta a dichos individuos por sus acciones, con el mayor cinismo del que hacen acopio, responden que eran ahorros que tenían, que ellos no han hecho nada ilegal o que no saben o no entienden nada. Y se quedan tan anchos.

Y como todo se va destapando, se sienten amenazados, y ante esa amenaza lo más fácil y socorrido es extender el miedo a lo desconocido, a lo nuevo.

Necesitamos savia nueva, una transfusión de sangre que nos ayude a salir de esta, porque la indignación, el miedo y la enfermedad se están extendiendo como la pólvora. 

Necesitamos saber quiénes somos cada uno, y quiénes son cada uno de los que nos dicen que quieren nuestro bien.


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