La energía
interior es uno de los grandes misterios de la vida, al igual que lo es la
conciencia. En el mundo occidental se le presta muy poca atención a esta
energía. Estudiamos la energía fuera de nosotros y valoramos las fuentes de
energía. Sin embargo, vamos por la vida pensando, sintiendo y actuando sin
saber cuál es la fuerza que impulsa cada una de estas acciones.
Lo cierto
es que crear un pensamiento, controlar una emoción y disciplinar nuestros
impulsos más fuertes, requiere de un tremendo gasto energético.
Te has
preguntado alguna vez: ¿De dónde proviene esa energía? ¿Por qué algunas veces
tenemos mucha energía y otras veces nos sentimos agotados?
¿Te has
dado cuenta de que cuando estás agotado, mental y emocionalmente, comer no
ayuda a incrementar tus niveles de energía?
Te invito a recordar momentos en los que has estado
enamorado, emocionado o inspirado por algo o por alguien… permítete sentir la
energía que has tenido en esos momentos …estoy seguro que ha sido tanta que
hasta el hambre habrás perdido…Esa es la energía que proviene del
interior.
La verdadera energía interior no es la que se
libera con las calorías de las comidas; no es esa que proviene de una fuente
externa; viene de adentro y está disponible para todos en cualquier lugar, y en
cualquier momento.
Esta
energía de la que hablo tampoco envejece, no se cansa y no necesita alimentos;
solo requiere de una mente abierta y receptiva.
La única
razón por la que, en momentos, dejamos de sentir el flujo de esta energía
interna es porque nosotros mismos la bloqueamos, cerrando nuestra mente y
nuestro corazón para aislarnos dentro de nosotros mismos.
Te doy un
ejemplo de algo que hacemos comúnmente: Digamos que amas a alguien y cuando
estás en presencia de esa persona te sientes abiertamente cómodo, confías en él
o en ella, tu corazón está abierto y sientes mucha energía estando a su lado.
En un momento “x” esa persona dice o hace algo que no te gusta, e
inmediatamente tu corazón comienza a cerrarse. Así, la próxima vez que te
encuentras con ella, ya no sientes tanto amor, ni tanta energía.
Más
adelante, te das cuenta que en realidad esa persona no ha hecho o dicho
nada malo, o tal vez, se ha disculpado contigo de una forma que te ha dejado
satisfecho. Es entonces, cuando tu corazón empieza a abrirse
nuevamente…llenándote de energía, permitiendo que el amor vuelva a fluir. Todos
sabemos intuitivamente que el corazón es un centro de energía, por lo tanto, un
corazón cerrado impedirá el flujo armonioso de nuestra energía interior.
Esto es lo
que normalmente hace la mayoría de las personas fluctúan entre estos dos
estados… corazón abierto/corazón cerrado…con flujo de energía o con la energía
estancada.
Es en esta
idea donde quiero detenerme y proponerte que si amas la vida: no dejes que nada
de lo que te suceda sea lo suficientemente importante como para que estés
dispuesto a cerrar tu corazón.
Cuando
sientas que tu corazón comienza a cerrarse… ¡Solo di NO!… No voy a permitir que
se cierre, me voy a relajar, voy a observar lo que sucede y me voy a mantener
atento, honorando y respetando la situación. Siempre ten en mente que vas a
manejarla lo mejor posible, mantén la intención de que harás lo mejor que
puedas con buen ánimo y entusiasmo.
Mantener el
corazón abierto requiere entrenamiento, pero por experiencia sé que se puede
lograr. Aprendí que cerrar el corazón es solo un hábito y como todos los
hábitos se puede romper.
Te puedo
recomendar que, apenas notes que tu corazón se está cerrando, hagas algo que te
guste verdaderamente: escucha música, sal a caminar, medita, haz una oración,
escribe, dibuja, cocina…
Haz cualquier cosa que te haga olvidar el momento o la
situación desagradable. Si, por ejemplo, has tenido un inconveniente con
alguien intenta aclararlo, perdona y olvida… aun cuando pensemos que no hemos
sido la razón del problema, perdonar siempre alcanza a todas las partes
involucradas en el conflicto.
Hay una
cita del Dalai Lama que dice que si no perdonamos por amor, perdonemos al menos
por egoísmo, por nuestro propio bienestar. En este caso, perdonamos para
mantener nuestro corazón siempre abierto y para que nuestra energía fluya…
sinónimo de que todo en nuestra vida fluirá también.
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