“en esta era llena de estafadores cualquier cosa puede pasar, alguna vez
nos hemos dejado llevar solo por la vista y resultó que no era lo que
esperábamos....si es algo material hay opciones de averiguar si nos conviene o
no, pero que me dices de las estafas emocionales??? Ahí la cosa se pone más
difícil...”
“la falacia se refiere a los argumentos que intentan defender algo que
no es válido. En ocasiones, las falacias se cometen con la intención de
persuadir a otros para lograr un fin, como otras veces se cometen sin
intención, por ignorancia.
Con base a
lo anterior, la falacia puede estar ligada a la falta de honestidad o lealtad
con el objetivo de obtener ventajas sobre otra persona, a través de engaños o
mentiras.”
Existen algunas cosas que se incorporan de hecho,
vale decir que se realizan con la intención de “sacar partido” de las buenas
intenciones de quienes nos profesan una actitud totalmente desprovista de “esa
maldad” que pareciera haber tomado cuenta de ese intercambio de voluntades que
a diario pululan por los distintos medios mediante los cuales interactuamos
cada uno de nosotros con la sana intención de colaborar con nuestro aporte
solidario con quienes a nuestro entender necesitan de nuestra comprensión y
afecto.
La persona falaz es aquella generalmente instruida
e inteligente que encuentra en “las redes sociales” un campo de operaciones
ideal para efectuar sus sutiles incursiones donde interactúa entre sus
potenciales víctimas.
Este procedimiento, una vez que se han iniciado los
contactos y es aceptado como un amigo más, pone a este personaje en las mejores
condiciones para ganar la confianza de su interlocutor y con su proverbial
elocuencia y habilidad incursionar, como si fuese un reptil ponzoñoso, en
terrenos de índole personal y por lo tanto estrictamente confidencial donde si
no se tiene moderación en lo que se comparte puede derivar en situaciones
altamente comprometedoras.
Demás está decir que esto que comentamos ocurre y
probablemente ocurra con una intensidad mucho más frecuente de lo que
admitamos, es algo a lo que todos estamos expuestos, es una condición
indisoluble con el fenómeno social de las comunicaciones donde quedan a la
vista, conjuntamente, todos los valores y aberraciones propios de nuestra
condición humana.
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