Cada día en la historia de los hombres es una galería de experiencias
vividas en carne propia y compartida por los demás. Flores en las
cumbres ofrece una serie de artículos independientes, breves y atractivos
sobre eventos de la vida ordinaria.
Cada uno de ellos es visto y comentado con ojos humanos y a luz de la fe
cristiana, en busca de una enseñanza que abra un nuevo horizonte en la propia
existencia.
El parque Jardins du Monde (jardines del mundo) en Royan, Francia,
adquirió en abril de 2005 un olivo milenario de dieciséis toneladas. Fue
vendido por un vivero de Tarragona (España) a 25 000 euros. La adquisición
valió la pena pues se calcula que el olivo tiene unos 1800 años. Será un
deleite para las personas que lo contemplen mientras pasean con sus familias o
cuando se sienten bajo su sombra a leer unas páginas interesantes.
El contenido de Flores en las cumbres tiene algunos rasgos similares al
olivo milenario
.
Se ofrece al lector una serie de artículos independientes que se asoman
a eventos de la vida ordinaria. Se podría decir que el autor fue de compras al
vivero de las experiencias, noticias y hazañas de nuestra sociedad y escogió
unas cuantas para trasplantarlas al jardín de la propia vida.
El objetivo es ofrecer al lector un momento de amistad, de descanso y de
enriquecimiento humano y espiritual. La óptica parte de la fe y del amor
cristiano. Cada acontecimiento en la vida de los hombres es como las flores que
despuntan en las cumbres de las altas montañas: miran directamente al cielo
mientras sus raíces se agarran fuertemente a las rocas. ¡Raíces que nunca han
visto el sol, pero que han hecho posible que una flor muestre su rostro bello,
lozano y colorido!
Nuestras experiencias se van acumulando y es necesario que dediquemos
momentos para reflexionar y para valorarlas en el presente, de tal manera que
sea posible abrir un mejor camino para el futuro.
Cada experiencia en la vida es como las flores en las cumbres que solo
son contempladas por los que están dispuestos a escalar las montañas. Un gozo
muy hondo brota espontáneo cuando se va llegando a la cumbre y la quietud de
una atmósfera casi mística envuelve los pensamientos y sentimientos. Allí las
flores son más bellas, porque parece que han sido plantadas directamente por
Dios.
Con el empeño por reflexionar y valorar las propias experiencias de cara
al Señor, se supera la humana distracción de la vida. Es necesario sudar un
poco para respirar el aire incontaminado de las altas montañas y deleitarse con
las maravillas ofrecidas en alta cuota.
Queda lejos, de esa manera, la posibilidad de ser personas que, desde el
valle, vemos con binoculares las flores en las cumbres, o que nos arriesgamos a
no verlas nunca si nos fiamos de la agudeza de nuestra mirada.
Es necesario ponerse en marcha hacia la conquista de las cumbres. Las
reflexiones en torno a los hechos presentados en este libro son una ofrenda al
pensar y sentir de cada lector.
Son una posible pista, no un término de llegada sino un camino abierto
que puede llevar a cumbres más altas y a visiones más espléndidas.
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