La fuerza de la compasión: ese tejido invisible que sostiene el mundo
La compasión es una predisposición natural que, si se potencia, protege
de las emociones destructivas y aporta serenidad a la vida.
Cada día, en todo momento, en todo el mundo, se producen millones de
actos espontáneos de bondad. En el ser humano hay una tendencia instintiva
hacia la bondad y la compasión que a menudo no percibimos, porque la damos
por supuesta y porque los medios de comunicación tienden a dirigir nuestra
atención hacia acontecimientos violentos y estridentes.
Un tejido invisible de bondad sostiene la cohesión de la sociedad,
de las familias, de las amistades, de los amores. Es invisible, pero ante las
turbulencias del mundo de hoy conviene recordar que está ahí.
Compasión y bondad, por naturaleza
La psicología y la neurología nos muestran, como explica el psicólogo
Daniel Goleman, que el cerebro tiene una predisposición hacia la bondad.
Según el ejemplo que ponía hace un siglo el científico finlandés Edvard
Westermarck, al igual que no podemos evitar sentir dolor si el fuego nos quema,
tampoco podemos evitar sentir compasión por nuestros semejantes.
El sabio chino Mencio lo ilustraba con la angustia y la compasión que
cualquier persona en su sano juicio sentiría si ve a un niño a punto de caer en
un pozo.
Nuestra tendencia espontánea es sentirnos mal con el sufrimiento de
los otros e intentar aliviarlo.
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