sábado, 15 de agosto de 2020

La Compasión


La fuerza de la compasión: ese tejido invisible que sostiene el mundo
La compasión es una predisposición natural que, si se potencia, protege de las emociones destructivas y aporta serenidad a la vida.

Cada día, en todo momento, en todo el mundo, se producen millones de actos espontáneos de bondad. En el ser humano hay una tendencia instintiva hacia la bondad y la compasión que a menudo no percibimos, porque la damos por supuesta y porque los medios de comunicación tienden a dirigir nuestra atención hacia acontecimientos violentos y estridentes.

Un tejido invisible de bondad sostiene la cohesión de la sociedad, de las familias, de las amistades, de los amores. Es invisible, pero ante las turbulencias del mundo de hoy conviene recordar que está ahí.

Compasión y bondad, por naturaleza
La psicología y la neurología nos muestran, como explica el psicólogo Daniel Goleman, que el cerebro tiene una predisposición hacia la bondad. Según el ejemplo que ponía hace un siglo el científico finlandés Edvard Westermarck, al igual que no podemos evitar sentir dolor si el fuego nos quema, tampoco podemos evitar sentir compasión por nuestros semejantes.

El sabio chino Mencio lo ilustraba con la angustia y la compasión que cualquier persona en su sano juicio sentiría si ve a un niño a punto de caer en un pozo. 

Nuestra tendencia espontánea es sentirnos mal con el sufrimiento de los otros e intentar aliviarlo.

 De esa fuerza natural nace el poder del amor. La empatía es la capacidad de resonar con lo que siente otro ser. Y puede acabar resultando agotadora (como a veces experimentan, entre otros, médicos, enfermeras y activistas dedicados al bien común) si no está infundida de amor compasivo y de una profunda confianza en la bondad última de la naturaleza humana.





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