Todos tenemos las huellas de un pasado al cual no podemos volver, un
presente que estamos
.
“Caminante no hay camino se hace camino al andar” es una frase que quizá
muchos conocemos por la canción Cantares de Juan Manual Serrat, cantante
español con mayor apogeo en los 70´s y 80´s tanto en su ciudad natal como en
América Latina, pero sin duda vigente. Sin embargo, los versos de la canción
pertenecen al poeta modernista Antonio Machado también español. Esta frase
pensada por Machado y retomada o popularizada por Serrat, encierra un
conocimiento importante sobre la vida, del cual intentaré hablar en este
espacio, a propósito de este año nuevo 2019 y fin del 2018.
Comparar al hombre con un caminante tiene un gran significado porque nos
remite directamente a la vida en sí; refiriéndose a éste como alguien que
transita o anda por este mundo. Caminar tiene siempre una determinada duración,
tiene un inicio y un final, no podemos caminar eternamente. Lo mismo sucede con
la vida, tiene un inicio y un final: un día nacemos iniciando nuestra caminata
y a partir de ahí andamos hacia delante, podemos voltear a ver las huellas de
nuestro pasado, pero así como el caminante no puede andar hacia atrás, nosotros
no podemos regresar a nuestro pasado, sólo caminar hacia nuestro futuro y
muerte, pues ésta es el fin de nuestra caminata.
Son estrofas que acompañan al verso referido y en ellas se continúa
haciendo referencia a la vida comparada con un camino. El cual sea por tierra o
por mar, sólo se puede ver lo ya transitado por medio de las huellas o estelas,
pero no hay nada trazado adelante, sino lo que nosotros vamos formando cada
día. Todos tenemos las huellas de un pasado al cual no podemos volver, un
presente que estamos formando y un futuro desconocido, incierto. ¿Qué
implicaciones tiene decir esto? La primera es que no se puede volver al pasado;
la segunda es que nosotros mismos tomamos la decisión de caminar y la forma de
hacerlo; y la tercera es que no hay destino, no tenemos un futuro ya
determinado, sino que se va construyendo con nuestros pasos del día a día.
Aunque parezca innecesario mencionarlo porque de sobra se sabe que no se
puede regresar al pasado, sí es necesario repetirlo porque hay quien camina
mirando siempre hacia atrás. Para dos cosas se puede mirar al pasado: para
anhelar los buenos momentos vividos o para lamentarse por las decisiones tomadas.
Mirar hacia atrás es válido para reflexionar sobre lo que hemos hecho y. al
regresar nuestra mirada, nos permite dar el siguiente paso. Pero lo que no se
puede es querer caminar todo el tiempo mirando nuestro pasado, eso sólo
entorpece el andar.
Anhelar o lamentarse de lo sucedido es algo que la gente hace todo el
tiempo.
Desear el tiempo de su niñez o juventud, una forma de vida antigua o
algún amor pasado. Arrepentirse por las decisiones que provocaron alguna
ruptura, pobreza, soledad o hasta una muerte. Así pues, anhelar o lamentarse
por el pasado es absurdo porque, como se ha dicho, no se puede volver a él ni
mucho menos cambiarlo; entonces se debe evitar vivir en lo sucedido.
Ser consciente de que tú eres el caminante, aquel quien da los pasos y
forja su propio camino, te permite dejar de buscar culpables y justificaciones
en tus decisiones. Cuando se anda no hay rastros de otros sobre nuestro
camino.
Se puede seguir a una persona o se puede caminar junto a ella, pero
nunca los pasos van a ser iguales. De esta misma forma las huellas de nuestro
andar no son causa de nadie más que de nosotros mismos.
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