“La gratitud es un valor que se nutre y se fortalece al practicarlo
constantemente”.
Estar siempre agradecidos es definitivamente muy saludable, pero mejor
aún si expresamos nuestro agradecimiento, no guardarnos las “gracias”, sino más
bien aprovechar cada oportunidad para hacerle saber a las personas nuestra
gratitud por haber contribuido a sobrellevar, de alguna manera, nuestro diario
existir.
Decir gracias no nos quita nada, ni tiempo ni espacio, mucho menos
dinero, aun así y a pesar de ser algo tan fácil de dar, muchas veces nos
dejamos invadir por la arrogancia y la indiferencia o absorber por las
preocupaciones y los afanes del día a día. La palabra ‘gracias’ es muy sencilla
de pronunciar o de escribir, y acompañada con una sonrisa o de un emoticón
sonriente, alegra el alma de todo ser humano, porque el corazón siendo tan
complicado se satisface con lo elemental de esta apreciable expresión.
El agradecimiento es algo que debe estar presente en cada momento, en
cada instante de nuestra vida. En la medida que aprendamos a ser agradecidos
nos estamos ayudando a nosotros mismos a valorar lo que tenemos, lo que somos
y, en cierta medida, a ser más felices, y mucho más si lo hacemos de buena
gana, porque hasta para decir gracias hay que tener gracia.
El valor de la gratitud se ejerce cuando una persona experimenta aprecio
y reconocimiento por alguien que le prestó ayuda. No quiere decir que gratitud
es ‘pagar’ un favor, sino por el contrario, es demostrar afecto y corresponder
con una actitud amable y positiva.
Dar las gracias es algo que cuesta poco, tal vez nada, pero trae grandes
recompensas. No hay nada mejor que ser agradecidos y manifestar ese
agradecimiento a nuestros amigos, familiares, quizás a algún desconocido, pero
más importante aún, no olvidarnos de dar gracias a Dios.
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