sábado, 29 de agosto de 2020

Detener La Violencia

Todas las expresiones de violencia generan daños en las personas de una u otra manera. La severidad de estos daños dependerá de la magnitud y del tipo de violencia que se cometa (emocional, física, sexual o económica) y de las características de la persona que es violentada. Como ya se ha mencionado, en los casos de violencia familiar los niños, las mujeres, los discapacitados y las personas mayores son los más vulnerables.


Cuando la violencia ocurre durante la infancia, los daños que se generan en la personalidad del niño o de la niña pueden ser para toda la vida. Si el niño no recibió el afecto y el cuidado que necesitaba y en su lugar recibió maltrato emocional o físico lo más probable es que desarrolle una personalidad con baja autoestima, sentimientos de minusvalía, culpabilidad, gran inseguridad y termine por no darle importancia ni valor a sus necesidades afectivas.

Durante su etapa escolar, en el mejor de los casos experimentará bajo rendimiento y aislamiento social y en el peor se refugiará en las drogas, el alcohol o la delincuencia.

Más adelante, en su edad adulta, formará relaciones interpersonales que podrán ser insatisfactorias y conflictivas o podrán llegar a ser claramente destructivas, con altos grados de violencia, porque eso fue lo que aprendió en casa.

Cuando el maltrato es por parte del hombre hacia la mujer, la familia entera se verá afectada. La mujer, además de sentirse devaluada, culpable y temerosa experimentará “estrés emocional” afectando de manera importante su desempeño laboral o su trabajo en el hogar. Difícilmente logrará cuidar adecuadamente a sus hijos y brindarles el amor que ellos necesitan, en el peor de los casos se desquitará con ellos replicando la violencia ejercida por la pareja.

El abuso sexual, también provoca daños importantes en la personalidad del que la padece, además de los sentimientos de minusvalía e inseguridad que ya hemos mencionado, se añaden los trastornos que los psiquiatras catalogan como “estrés postraumático”, es decir, la persona empieza a experimentar un gran temor, culpabilidad, frustración, enojo soledad, desesperanza, miedo intenso y una gran sensación de falta de ayuda y de horror. Este “estrés postraumático” se puede experimentar también cuando el maltrato físico es de grandes magnitudes.

 Por último, habría que señalar que en el maltrato físico y en ocasiones en el abuso sexual, además de ocasionar grandes daños psicológicos en la persona, se provocan lesiones en el cuerpo como llagas, heridas, traumatismos, hematomas, cortaduras, quemaduras, o fracturas. Se puede llegar incluso a la invalidez o al asesinato de la víctima.


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