La Ley de Causa y Efecto es una ley de vida que muchas personas no
tomamos en cuenta, y que es realmente importante para poder lograr buenos
resultados en todos los aspectos de nuestra vida. Es una ley que funciona
perfectamente en todos los planos y trae a la realización todo lo que
sembramos, tanto en pensamiento, palabra y acciones. Esto quiere decir que todo
lo que hacemos pone en movimiento una causa y ésta trae una consecuencia,
positiva o negativa, que dependerá de la causa puesta en movimiento. No existe
el azar, la buena suerte o la mala suerte, sólo resultados.
Todos tenemos responsabilidades que cumplir que no debemos evadir, si
las evadimos tendremos que hacer las correcciones pertinentes y mientras más
las evadamos, más difícil y penosa será la corrección que debamos hacer, pues
las consecuencias son ineludibles. Aún los actos aparentemente
“insignificantes” pueden afectar a docenas y aún a cientos de personas y de
esas consecuencias seremos directamente responsables, y la propia ley exigirá
su pago, que no es otra cosa que el proceso de aprender a obrar bien.
Como somos aún seres evolucionantes e imperfectos, estamos expuestos a
cometer errores. Y si por el contrario pensamos en positivo y luchamos para que
cada día seamos mejores, entonces así lograremos resultados positivos.
Si cambias la calidad de tu pensamiento, cambiarás la calidad de tu
vida.
El cambio de tu experiencia exterior traerá consigo el cambio de tu
experiencia interior. Recogerás lo que has sembrado ya sea negativo o positivo.
Ahora mismo lo estás haciendo.
Todo lo que eres o llegues a ser será el resultado de tu modo de pensar
y de tu actitud. Tengamos en cuenta que el pensamiento es el arma más
importante para lograr nuestros objetivos. Si deseamos a los demás buenas
cosas, entonces estamos al mismo tiempo deseándonos buenas cosas para nosotros
mismos.
Las religiones orientales llaman a este principio la Ley del Karma, y la
interpretan como un ajuste de cuentas, o pago por las faltas cometidas cuando
no éramos nosotros, sino otra persona. Sin embargo la concepción Hermética no
incluye normas punitivas semejantes. Sólo aporta la comprensión de que el
hombre no es ningún pelele vapuleado por las fuerzas del destino, ya que existe
una correlación perfecta, entre la gama de vivencias de cada ser y las causas
ocultas que las provocan.
Plantea también que cada experiencia, así sea dolorosa, es necesaria
para el aprendizaje.
Pero si decidimos poner fin al sufrimiento, lo lograremos si nos
enfocamos en descubrir las causas y actuamos consecuentemente en modificarlas.
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