mente consiste en los pensamientos conscientes de los que la persona se
percata. Por lo general, antes de practicar meditación, la mente salta con
rapidez de un pensamiento a otro.
Los pensamientos conscientes pueden ser tanto positivos como negativos.
Sea como fuere, esos pensamientos harán surgir las correspondientes
emociones. Por ejemplo, si empiezo a «pensar» pensamientos furiosos,
entonces me «siento» furioso.
Pensar de forma negativa de manera prolongada durante un largo período
de tiempo es un despilfarro, resulta repetitivo y agota la energía física,
mental y emocional de las personas.
Una mente sana alberga pensamientos positivos.
Intelecto
El intelecto es la parte de la conciencia que evalúa los pensamientos
conscientes de la mente. Por ejemplo, si albergo pensamientos furiosos respecto
a algo, mi intelecto podría decir «No te pongas furioso con esa persona, no es
culpa suya». Sin embargo, si mi intelecto es débil, no podrá controlar la mente
y los pensamientos y las emociones furiosas no cesarán.
Un intelecto fuerte será capaz de controlar la mente y las emociones,
por lo que podré cambiar mi pensamiento a voluntad. El intelecto también puede
ser claro o turbio en su percepción. Por ejemplo, mi intelecto puede decirme
que tengo razón al echar la culpa a alguien de mis problemas y que por lo tanto
está bien sentirse furioso. No obstante, es posible que mi percepción esté
equivocada y que no tenga justificación para echar la culpa a otros.
El intelecto también es el responsable a la hora de decidir si pondré
mis pensamientos en práctica. Un intelecto débil puede decir «no», por
ejemplo, en el momento de llevar a cabo mis pensamientos furiosos, pero puede
que no sea capaz de evitarlo. Con un intelecto fuerte nunca perderé el control
ni haré cosas de las que luego me arrepienta.
Un intelecto saludable cuenta con fuerza, claridad y buen
discernimiento.
Subconsciente
El pensamiento y el comportamiento tienden a convertirse en pautas,
hábitos y tendencias de la personalidad. Estos hábitos, tendencias o rasgos de
la personalidad se asientan en el subconsciente, listos para ser convertidos en
pensamientos por circunstancias o sucesos externos. Por ejemplo, si ante las
malas noticias siempre he reaccionado con ansiedad, exasperación y estrés, y
ahora me entero de que tengo problemas de salud o de que un miembro de mi
familia tiene problemas de salud, entonces reaccionaré de la misma manera. Esta
pauta de reacción se ha convertido en habitual.
El subconsciente cuenta con un almacén lleno de mis cualidades positivas
y negativas. Por ejemplo, todas las personas cuentan con la cualidad de la
paz, porque pueden recordar que la experimentaron en alguna ocasión, en algún
momento de sus vidas. Pero tal vez no he usado esa cualidad de manera regular
desde hace mucho tiempo y me he ido acostumbrando a extraer de mi subconsciente
las cualidades negativas de miedo, rabia y preocupación.
En un subconsciente saludable las cualidades positivas dominan y son
fácilmente transferidas a la mente en forma de pensamientos positivos, incluso
cuando las circunstancias externas son «adversas».
La meditación me ayudará a experimentar y reforzar las cualidades
positivas de mi subconsciente, a controlar y guiar los pensamientos de la
mente hacia lo positivo y a reforzar el intelecto de manera que disponga de más
claridad y control.
Al principio puede que me resulte más fácil controlar y cambiar la
negatividad de mis acciones en lugar de la negatividad de mi pensamiento y
experiencia. No obstante, al dejar de poner en práctica los pensamientos
negativos y los hábitos subconscientes, éstos empezarán a debilitarse.
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